Caperucita y el Alfajor Mágico



Era un soleado día en el bosque y Caperucita Roja se disponía a ir a visitar a su abuela, quien vivía al otro lado de un sendero rodeado de árboles altos y flores. Esta vez, Caperucita decidió llevarle un delicioso alfajor, que había hecho con mucho cariño.

"¡Hoy le voy a llevar algo especial a la abuela!" - pensó Caperucita con una sonrisa.

Mientras caminaba, el lobo, que estaba oculto tras un arbusto, la observaba con astucia.

"¿Qué llevará esa niña?" - murmuró el lobo para sí mismo. "Tal vez debería interceptarla y aprovecharme de esto…"

Pero Caperucita, despreocupada, continuó su camino, disfrutando del aire fresco del bosque. De repente, se encontró con el cazador, que estaba afilando su cuchillo en la base de un árbol.

"¡Hola, cazador!" - saludó Caperucita.

"¡Hola, Caperucita! ¿Qué llevas en la canasta?" - preguntó el cazador curioso.

"Un alfajor para mi abuela. ¿Quieres acompáñame un rato?"

"Claro, sería un gusto. He visto a tu abuela, parece contenta hoy. Pero ten cuidado con el lobo, he oído que anda rondando por aquí."

Caperucita asintió, pero no se preocupó mucho. Con el cazador a su lado, se sentía segura. Mientras caminaban, compartían historias y risas que resonaban en el corazón del bosque. Sin embargo, al seguir el camino, el cazador se distrajo mirando un grupo de ciervos.

"¿Ves esos ciervos?" - preguntó.

"¡Qué lindos!" - dijo Caperucita impresionada, y al volver la vista hacia el sendero principal...

¡El cazador había desaparecido! Caperucita miró a su alrededor, un poco asustada.

"¿Cazador?" - llamó, pero no obtuvo respuesta. Entonces decidió seguir por el camino hacia la casa de su abuela, pero se dio cuenta de que se había desviado y estaba en una parte desconocida del bosque.

Mientras tanto, el lobo acechaba desde la sombra, viendo que la niña se había perdido.

"Esto es perfecto. Ahora sí la atraparé" - pensó el lobo. Pero entonces, escuchó una voz familiar.

Efectivamente, era la abuela de Caperucita, quien estaba dando un paseo por el bosque, disfrutando de la naturaleza.

"¡Qué hermoso día para caminar!" - exclamó la abuela.

El lobo, al darse cuenta de que había visto a la abuela y no a Caperucita, decidió hacer un trato.

"Buenos días, señora. ¿Nece23sita ayuda para encontrar su camino?" - dijo el lobo, tratando de sonar amable.

"¡Oh, joven lobo! Estoy algo perdida, pero iré hacia la casa de Caperucita. ¿Puedes indicarme el camino?"

"Claro, sígueme y estarás allí en poco tiempo" - respondió el lobo, contento por tener a la abuela a su merced.

Pero al moverse hacia la casa, Caperucita, que se había encontrado con un grupo de flores ordenando su canasta, de repente escuchó risas.

"¡Abuela!" - gritó Caperucita al reconocer la voz. Corrió hacia donde había sonado la risa y, para su sorpresa, encontró a su abuela conversando animadamente con el lobo.

"¿Qué haces aquí, querida?" - preguntó la abuela sorprendida.

"¡Abuela! ¡Ten cuidado! Este lobo..."

El lobo, un poco asustado al ser descubierto, intentó salir del apuro.

"No, no! Estaba ayudando a tu abuela a encontrar su camino" - dijo con una sonrisa nerviosa.

Caperucita miró a su abuela.

"¿Es cierto, abuela?" - inquirió.

"En realidad, me estaba contando sobre cómo se alimentan los lobos y que en el bosque siempre hay que andar con cuidado" - explicó la abuela con un guiño. Caperucita comprendió que no todos eran malos, y que el lobo, aunque un poco asustador, a veces solo estaba intentando ser amable.

"Es como un juego de comprensión, Caperucita" - dijo el cazador, quien aparecía justo a tiempo. "Hay que conocer a los demás y no juzgarlos solo por su apariencia. ¡Quizás el lobo solo busca amigos, igual que nosotros!"

El lobo, al escuchar esas palabras, se sintió un poco más integrado y sonrió genuinamente.

"Si quisieran, podría invitarlos a un día de picnic. Prometo no asustarlos, simplemente quiero aprender sobre la amistad también" - propuso tímidamente el lobo.

Caperucita miró a su abuela y al cazador.

"Me parece una idea maravillosa, pero debemos llevar alfajores, entonces" - dijo Caperucita. Todos se rieron y concordaron.

Así, ese día se convirtió en una hermosa tarde llena de risas y amistad en el bosque, donde Caperucita, su abuela, el lobo y el cazador aprendieron que la verdadera amistad puede nacer de los lugares más inesperados. Y todo gracias a un simple alfajor que había traído la pequeña aventurera.

Desde ese día, los cuatro se volvieron inseparables, recordando siempre que abrir el corazón puede llevar a grandes sorpresas.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!