Caperucita y el Bosque de Amigos



Era un día soleado en el bosque enredado, y Caperucita Roja decidió que era un buen momento para compartir su historia con todos. Se sentó sobre un tronco y empezó a contar, cuando de repente, un gran ruido la interrumpió.

- ¡Miau! - gritó el Lobo Feroz, que había llegado corriendo.

- ¡Eh, Lobo! ¡Estaba por contar mi historia! - reclamó Caperucita.

- Perdón, perdón. Es que estoy buscando a Blancanieves y Cenicienta. ¡Hoy haremos una reunión de amigos! - dijo el Lobo, sacudiéndose las hojas del pelaje.

Caperucita se sintió intrigada. Era raro que el Lobo Feroz tuviera amigos. Pero, más raro aún, que esos amigos fueran Blancanieves y Cenicienta.

- ¿No creías que eras un feroz lobo? - preguntó Caperucita con curiosidad.

- No, en realidad he cambiado. Aprendí que ser amigo es mejor que asustar - respondió el Lobo con una gran sonrisa.

De pronto, se escucharon voces desde un rincón del bosque. Eran los Tres Chanchitos, que estaban en plena discusión.

- ¡Yo creo que debemos escondernos en la casa de ladrillos! - dijo el primer Chanchito, con aire de autoridad.

- No, no, no. ¡La casa de paja es más rápida de hacer! - dijo el segundo, señalando un arbusto.

- Pero la casa de palos es más divertida - reclamó el tercero, dándose un aire de creatividad.

Caperucita, el Lobo, y luego Blancanieves y Cenicienta, se acercaron a escuchar.

- ¿Qué pasa, amigos? - preguntó la princesa Cenicienta.

- Estamos tratando de decidir dónde escondernos del rey malvado - respondió el primer Chanchito, un poco asustado.

- ¡No hay necesidad de esconderse! - exclamó Caperucita. - ¿Por qué no hacemos un plan juntos?

Todos empezaron a murmurar, y el Lobo decidió aportar una idea:

- ¿Y si hacemos una fiesta en el bosque? Así, en lugar de escondernos, celebramos nuestra amistad. El rey no querrá interrumpir una fiesta tan alegre.

Todos/as estaban de acuerdo con la idea hasta que el tercer Chanchito puso en duda la propuesta.

- Pero, ¿y si el rey se enoja?

- En vez de preocuparnos, ¡podemos invitarlo a venir! - dijo Blancanieves, llena de entusiasmo.

Todos comenzaron a pensar cómo podrían hacerlo.

Con ayuda de la astuta Cenicienta, hicieron invitaciones coloridas y las pusieron en todas partes del bosque, incluso atándolas a las patas de unos pájaros que volaron hacia el castillo del rey malvado.

Finalmente, el día de la fiesta llegó y todos estaban emocionados, desde los Tres Chanchitos hasta el Lobo y las princesas. Esperaron con nerviosismo a que el rey llegara.

- ¿Qué tal si hacemos música para entretenernos? - sugirió el Lobo. Y así, todos empezaron a tocar instrumentos y bailar al son de una alegre melodía.

Al rato, un carruaje se detuvo y del mismo bajó el rey. Todos lo miraron con preocupación. Pero cuando el rey vio la fiesta, algo en él cambió.

- Vaya, parece que están pasándola bien - dijo el rey, acercándose tímidamente.

- ¡Por supuesto! ¡Estás invitado! - respondió el Lobo con un brillo en los ojos.

Con un poco de duda, el rey se unió a la fiesta. Bailó, se rió y se olvidó de su papel de rey malvado por un rato. Con el tiempo, los habitantes del bosque se dieron cuenta de que, al compartir, podían encontrar alegría en la unión.

Aquel día, Caperucita Roja aprendió que cada historia puede tener un nuevo final si se toman decisiones valientes.

Y así, en el bosque enredado, el Lobo Feroz, Blancanieves, Cenicienta, los Tres Chanchitos, y hasta el rey malvado, se convirtieron en grandes amigos.

Desde entonces, lo que antes era un lugar de miedos, se transformó en un mágico refugio de alegría y amistad, donde todos dejaron sus diferencias de lado y aprendieron a celebrar la vida juntos.

FIN.

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