Caperucita y El Bosque de las Sorpresas
Érase una vez en un bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos y los animales eran los mejores amigos de todos. En este bosque, vivía una niña llamada Caperucita Roja. Todo el mundo la conocía por su capa roja brillante y su sonrisa alegre.
Un día, su madre le pidió que llevara una canasta de dulces a su abuela, que vivía al otro lado del bosque. "Caperucita, ten cuidado con el lobo, no hables con desconocidos y ve directo a la casa de tu abuela", le advirtió su madre. Caperucita lo prometió y se puso en marcha.
Mientras avanzaba por el bosque, se encontró con un grupo de animales que estaban discutiendo enérgicamente. Era un grupo diverso: un conejo, una ardilla y un zorro, y cada uno quería ser el primero en llegar a la casa de la abuela. Caperucita se acercó, intrigada.
"¿Qué pasa? ¿Por qué están peleando?" preguntó.
"¡Quiero llegar primero, yo llevo las zanahorias más ricas!" dijo el conejo.
- “¡Pero yo tengo las nueces más deliciosas!" contestó la ardilla.
- “¡Y yo las mejores bayas!" añadió el zorro.
Caperucita pensó que podría ayudar. "¿Por qué no hacemos una carrera? Pero en lugar de competir, podríamos trabajar juntos para hacer una fiesta sorpresa para la abuela. Así todos aportamos lo mejor que tenemos."
Los animales se miraron sorprendidos. "¡Eso suena genial!" exclamó el conejo. "¡Sí! ¡Vamos a hacerla juntos!" añadió la ardilla, emocionada.
Así que, en vez de una carrera, Caperucita y sus nuevos amigos comenzaron a recolectar los ingredientes que cada uno había mencionado: zanahorias, nueces y bayas. Juntos, decoraron la canasta de Caperucita con todo lo que habían recolectado.
Mientras tanto, el lobo, que había estado escuchando desde la distancia, se acercó curiosamente. Era un lobo que, a diferencia de lo que todo el mundo creía, solo quería amistad y no estaba interesado en ser un villano. Aunque siempre hubiera tenido la fama de ser astuto, se sentía solo y con ganas de ser parte de la diversión.
"¿Qué están haciendo, amigos?" preguntó el lobo con su voz profunda.
"¡Estamos organizando una fiesta sorpresa para la abuela de Caperucita! ¿Te gustaría unirte?" le ofreció Caperucita, sonriendo.
El lobo, sorprendido por tan cálida invitación, se sintió feliz. "¡Claro! Siempre he querido ser parte de algo así."
Así, juntos, el conejo, la ardilla, el zorro, el lobo y Caperucita continuaron su camino, riendo y contando historias. Cuando finalmente llegaron a la casa de la abuela, la sorpresa fue enorme. La abuela se emocionó tanto que sonrió de oreja a oreja al ver a todos esos amigos.
"¡Qué deliciosa sorpresa! ¿Quién trajo estas deliciosas golosinas?" preguntó la abuela.
"¡Todos nosotros!" exclamó Caperucita, llena de alegría.
La abuela los invitó a entrar y juntos disfrutaron de una tarde llenas de risas, cuentos y juegos.
Desde entonces, el lobo dejó de ser considerado un extraño en el bosque. Caperucita y sus amigos aprendieron que no hay que juzgar a los demás por su apariencia y que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados. El bosque se convirtió en un lugar donde todos se ayudaban y compartían en lugar de competir o sentir celos unos de otros.
Así, en cada rincón del bosque, los ecos de las risas y la alegría de una comunidad unida se esparcieron, y jamás volvieron a ser los mismos.
FIN.