Caperucita y el Bosque de los Sueños
En una pequeña aldea, al borde de un vasto bosque lleno de árboles altísimos y maravillas ocultas, vivía una niña llamada Caperucita. Era una apasionada exploradora, siempre en busca de aventuras. Pero lo que más disfrutaba era visitar a su abuela, que vivía al otro lado del Bosque de los Sueños.
Un día, mientras se preparaba para su visita, su sobrino, un pequeño llamado Lucas, apareció con su mirada curiosa y un par de botas de goma.
"Caperucita, ¿puedo ir contigo a ver a la abuela?" - preguntó Lucas, saltando de emoción.
"¡Claro que sí, Lucas! Pero debemos tener cuidado y no apartarnos del camino" - respondió Caperucita, mientras ajustaba su capa roja.
Ambos se adentraron en el bosque. Pero, mientras paseaban por los senderos de árboles brillantes y flores que cantaban, Caperucita notó que Lucas había desaparecido de su vista.
"¡Lucas!" - gritó Caperucita con preocupación. "¿Dónde estás?"
Después de buscar algunos minutos, vio que su sobrino estaba mirando hacia un arbusto brillante.
"¡Mirá, Caperucita! ¡Hay algo raro aquí!" - dijo Lucas emocionado.
Caperucita se acercó y vio que el arbusto tenía una luminosidad especial.
"Parece que este lugar es mágico, pero debemos tener cuidado" - advirtió Caperucita. Lucas, siempre valiente, siguió adelante.
De repente, un hermoso pájaro de colores brillantes apareció y, al notar la presencia de los niños, comenzó a volar en círculos alegres.
"¡Síguelo!" - dijo Lucas emocionado.
Caperucita dudó, ya que recordaba las advertencias de su abuela sobre no seguir a extraños en el bosque. Pero el pájaro parecía amistoso y lleno de energía.
"Está bien, pero solo un momento" - dijo Caperucita, y comenzó a seguir al pájaro, mientras Lucas corría a su lado.
Después de un rato, se adentraron en una parte del bosque que nunca habían visto antes. El lugar estaba lleno de luces y figuras brillantes.
"¡Estamos aquí!" - exclamó Lucas.
Pero lo que no sabían era que se habían separado del camino y ahora estaban perdidos.
Caperucita, ahora un poco asustada, dijo:
"Debemos volver, Lucas. No podemos quedarnos aquí por mucho tiempo."
"Pero, ¡y si encontramos algo increíble!" - replicó Lucas, reacio a girar.
Justo en ese momento, el pájaro comenzó a cantar una melodía suave, y un anciano que parecía un guardián del bosque apareció de la nada.
"¡Hola, pequeños aventureros!" - dijo el anciano - “Yo soy el guardián de este lugar mágico. ¿Buscan algo especial?"
"Solo queríamos visitar a mi abuela, pero ahora estamos perdidos en este bosque" - confesó Caperucita.
"A veces, el verdadero camino se encuentra en los sueños y no siempre está a la vista" - dijo el anciano, sonriendo. "El bosque tiene sus propios secretos y enseña valiosas lecciones".
Caperucita, llena de curiosidad, preguntó:
"¿Qué lección podemos aprender hoy?"
"Que la valentía no es solo seguir a los que son brillantes, sino también saber cuándo volver atrás" - respondió el anciano.
Lucas, pensando en esto, propuso: "Quizás sea hora de regresar, Caperucita."
"Tienes razón, Lucas. Aprendamos a escuchar nuestra intuición" - admitió Caperucita.
El anciano, moviendo su mano, creó un camino de luz entre los árboles.
"Síganlo, y siempre recuerden que el amor y la familia son el verdadero camino hacia casa."
Los niños siguieron el sendero de luz que los llevó de regreso, y pronto encontraron el camino familiar que conducía a la casa de la abuela. Al llegar, la abuela los recibió con amor y abrazos.
"¡Estaba preocupada! ¿Dónde estuvieron?" - preguntó la abuela.
"¡Tuvimos una aventura mágica! Aprendimos que a veces, hay que ser valientes, pero también regresar siempre que sea necesario" - respondió Caperucita.
Esa noche, mientras se acomodaban para dormir, Caperucita y Lucas recordaron su gran aventura en el Bosque de los Sueños, y se dieron cuenta de que el verdadero valor estaba en la familia y la capacidad de aprender juntos.
FIN.