Caperucita y el Bosque Misterioso



Había una vez una niña llamada Caperucita, que vivía en un pequeño pueblo al borde de un enorme bosque. A Caperucita le encantaba explorar, y siempre llevaba una bonita capa roja que su abuela le había hecho. Un día, su madre le pidió que llevara una cesta con galletas y un poco de jugo a su abuela, que vivía al otro lado del bosque.

"Cuidado, Caperucita, no te vayas por el camino equivocado" - le advirtió su madre, mientras le daba la cesta.

Caperucita sonrió confiada.

"No te preocupes, mamá. Tomaré el camino más fácil y siempre recordaré el camino a casa".

Comenzó su aventura, y mientras caminaba, escuchó un susurro entre los árboles.

"Caperucita, ven aquí..."

Era el Lobo, que la observaba con ojos astutos.

"Hola, Lobo. ¿Qué haces aquí?"

"Solo me estoy tomando un descanso, pequeña. Pero, ¿por qué no tomas el camino más corto hacia la casa de tu abuela? Es mucho más rápido que el otro."

Caperucita se sintió intrigada, pero recordó la advertencia de su madre sobre el Lobo.

"Gracias, Lobo, pero prefiero el camino largo y seguro. ¡Hasta luego!"

Caperucita siguió su camino. Mientras caminaba, se encontró con un grupo de animales del bosque: un conejo, un ciervo y una tortuga.

"Hola, Caperucita, ¿a dónde vas?" preguntó el conejo.

"Voy a visitar a mi abuela. Llevando unas galletas y jugo. ¿Quieren venir conmigo?"

"Nos encantaría, pero tenemos que ayudar a una tortuga que está atrapada en un arbusto", dijo el ciervo.

"¿Te gustaría ayudarnos?"

Caperucita se detuvo, pensativa.

"¡Claro! La abuela puede esperar un poco. Vamos a ayudarla primero."

Juntos, ayudaron a la tortuga. Era un trabajo complicado, pero Caperucita se sintió muy bien al ver a la tortuga libre.

"¡Gracias!" exclamó la tortuga.

"Volveré a la orilla del lago, donde salgo de paseo. ¡Cuídense!"

Caperucita sonrió a sus nuevos amigos.

"Ahora sí, ¡a casa de la abuela!"

Sin embargo, mientras avanzaban, el Lobo apareció de nuevo, esta vez más cerca de la cesta.

"¿Sigues por aquí, Caperucita?"

Ella, manteniendo la calma, dijo:

"Si, Lobo. Pero tengo que irme. No tengo tiempo para juegos."

El Lobo, un poco sorprendido, decidió cambiar de táctica.

"Entiendo, pequeña. Pero, ¿sabías que hay un camino secreto que lleva a un jardín lleno de flores?"

Caperucita se sintió tentada.

"¿Flores?" preguntó curiosa.

"Sí, hermosas flores. Pero solo si tomas el camino corto. ¿Tú sabes cuál es?"

Caperucita pudo ver que el Lobo solo quería que se alejara de su ruta, entonces decidió ser más astuta.

"Gracias, Lobo, pero tengo prisa. Las flores pueden esperar. ¡Me tengo que ir!"

Sumida en su determinación, continuó por el bosque, rodeándose de sus amigos animales que la alentaban. Después de una larga caminata, finalmente llegó a la casa de su abuela.

"¡Caperucita! ¡Qué alegría verte! ¡Has llegado tan rápido!"

"Hola, Abuela. Traje unas galletas y jugo para ti."

Mientras compartían un rato juntas, sin que se diera cuenta, el Lobo había tratado de entrar en la casa desde la ventana. Pero el ciervo y el conejo alertaron a Caperucita.

"¡Cuidado! ¡El Lobo está ahí!"

Caperucita rápidamente actuó, cerrando todas las ventanas.

"¡No te preocupes! Siempre hay una forma de resolver las cosas"

Caperucita pensó rápidamente:

"Abuela, ¿tienes un poco de hilo?"

Con la ayuda de su abuela, prepararon una trampa que atrajo al Lobo con un poco de galleta.

"¡Cuidado, Lobo! ¡No te aproximes!" gritó el conejo.

El Lobo, viendo que sus trucos no funcionaron, terminó atrapado y pronto se dio cuenta de que no podía engañarlas más.

"Está bien, está bien. Me rendiré... pero solo porque aun tengo que aprender sobre la amistad".

Caperucita, sintiendo compasión, se acercó al Lobo.

"No es mala idea que aprendas, Lobo. Quizás si dejas de ser travieso, podrías tener amigos en lugar de intentar asustarnos".

El Lobo se quedó en silencio, entendiendo la importancia de la amistad.

Al final del día, después de muchas risas y galletas, el Lobo se convirtió en un visitante frecuente de la casa de Caperucita y su abuela. Juntos, aprendieron el verdadero valor de la amistad y la ayuda mutua. Y así, Caperucita no solo ayudó a su abuela, sino que también enseñó al Lobo cómo ser un buen amigo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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