Caperucita y el Chocolate Dividido
Había una vez, en un hermoso bosque, dos amigos muy peculiares: Caperucita Roja, una niña aventurera con una capa brillante, y un lobo simpático llamado Lobo. Un día, mientras Caperucita caminaba por el sendero en su camino a casa, se encontró con un delicioso chocolate en la base de un árbol.
"¡Mira, Lobo!" - exclamó Caperucita con entusiasmo "¡es un chocolate gigante!"
"¡Oh, qué rico!" - dijo Lobo, acercándose a probarlo "¿Querés compartirlo?"
"Claro que sí, pero primero tengo que repartirlo de alguna manera justa," - respondió Caperucita.
Caperucita pensó en cómo dividir el chocolate.
"Podemos cortarlo por la mitad, así cada uno tiene un pedazo igual."
"¡No!" - interrumpió Lobo "Yo lo vi primero, así que debería quedarme con más."
"Eso no es justo, Lobo!" - dijo Caperucita, frunciendo el ceño. "Yo atravesé todo el bosque y lo encontré. Debería llevarme la mayor parte!"
La discusión comenzó a escalar, mezclando voces y palabras de enojo.
"¡Eres muy egoísta!" - gritó Lobo.
"¡Y tú no sabes compartir!" - le gritó Caperucita.
Ambos, furiosos, decidieron no hablar más. Finalmente, Caperucita, sintiéndose triste y decepcionada, se dio la vuelta y se fue del lugar.
Lobo, con el chocolate a su lado, comenzó a reflexionar.
"Es cierto, Caperucita tiene razón. No debería haberme puesto tan terco por un chocolate. ¡La amistad vale más que un pedazo de dulce!"
Sin pensarlo dos veces, Lobo tomó el chocolate, lo rompió en porciones iguales y decidió ir en busca de Caperucita.
Mientras caminaba, Lobo la vio sentada bajo un árbol, mirando las nubes.
"Caperucita!" - gritó Lobo "¡Perdóname!"
Caperucita levantó la vista, sorprendida.
"¿Qué pasa, Lobo?"
"Quiero que sepas que estoy muy arrepentido de lo que pasó. No debí pelearme contigo por un pedazo de chocolate. A veces, el dulce sabor de la amistad es mucho mejor que cualquier chocolate. ¡Mirá!" - Lobo le mostró las porciones que había cortado.
Caperucita se sonrió al ver las partes del chocolate.
"¡Qué bien lo hiciste, Lobo!" - dijo emocionada. "Ahora sí podemos disfrutarlo juntos."
Ambos se sentaron sobre el césped, compartiendo risas y disfrutando del chocolate que habían salvado de la disputa.
"Te prometo que la próxima vez, después de encontrar algo lindo, lo repartiremos desde el principio" - dijo Caperucita con una sonrisa.
"¡Trato hecho!" - respondió Lobo contento.
Y así, Caperucita y Lobo aprendieron que a veces, lo más importante no es el chocolate, sino la alegría de compartirlo con un buen amigo. Desde aquel día, nunca olvidaron el valor de la amistad sobre cualquier tentación, y siguieron viviendo aventuras en el bosque, siempre juntos y felices.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.