Caperucita y el cumpleaños del Lobo



Era un día soleado cuando Caperucita Roja recibió una invitación muy especial. El Lobo había decidido celebrar su cumpleaños y la había invitado a su fiesta. Aunque todos decían que el Lobo era un poco raro, Caperucita decidió ir porque siempre le había resultado simpático.

Cuando llegó a la casa del Lobo, Caperucita quedó sorprendida. La casa estaba desordenada, con juguetes por el suelo, platos sucios y un montón de cosas acumuladas en los rincones.

"¡Qué sorpresa, Caperucita! ¡Me alegra que hayas venido!" - exclamó el Lobo con una gran sonrisa.

"Gracias, Lobo. ¡Feliz cumpleaños!" - respondió Caperucita, mientras miraba a su alrededor con una mezcla de curiosidad y sorpresa.

La fiesta comenzó. Había globos, tortas y música. Todos los amigos del Lobo estaban allí: el Conejo, la Ardilla y el Zorro. Todos estaban pasándola bien, bailando y jugando. Pero, de repente, el Lobo tuvo una idea un poco traviesa.

"Chicos, tengo un juego!" - dijo emocionado. "Voy a esconder a Caperucita en el ropero y ustedes tienen que encontrarla. ¡El que lo logre, ganará un premio especial!"

Caperucita no estaba muy convencida de esta idea, pero antes de que pudiera protestar, el Lobo la empujó suavemente hacia el ropero y cerró la puerta. Ella oyó las risas de todos los amigos, y al ver que nadie venía a rescatarla, se sintió un poco incómoda.

Pasaron los minutos y la fiesta seguía. Los amigos del Lobo se divirtieron, pero nadie parecía darse cuenta de que Caperucita seguía atrapada en el ropero. Al final, el Lobo se acercó, abrió la puerta y le dijo con una sonrisa:

"¡Sorpresa! Ahora que ya estamos solos, tengo una misión para vos: ¡limpia la casa!"

Caperucita se quedó boquiabierta. No podía creerlo. Pero en lugar de enojarse, sacó su celular, que siempre llevaba consigo.

"Voy a llamar a mi mamá. Ella sabrá qué hacer" - pensó mientras marcaba el número.

"Hola, mamá. Estoy en la fiesta del Lobo y me encerró en el ropero y ahora me dice que limpie su casa. ¡Ayúdame!" - dijo Caperucita, con un tono preocupante.

La mamá de Caperucita, que conocía al Lobo desde hacía tiempo, respondió rápidamente: "Caperucita, tranquila, pero, ¿por qué no hablas con él? A veces es bueno ser honesta y expresar lo que sientes."

Caperucita pensó en lo que su mamá le había dicho. Entonces, se dirigió al Lobo y le dijo:

"Lobo, no me parece justo que deba limpiar tu casa. Está bien que sea tu cumpleaños y que querías hacer un juego, pero deberíamos disfrutar de la fiesta juntos. ¡Podrías limpiar la casa también!"

El Lobo se quedó en silencio por un momento. Luego, bajó la cabeza.

"Tenés razón, Caperucita. A veces me olvido de lo importante que es compartir y ser justo. Perdóname, fue una mala idea. ¿Te gustaría ayudarme a limpiar la casa después de la fiesta? Así celebramos juntos con tu ayuda."

Caperucita sonrió, aliviada.

"¡Eso suena mucho mejor! ¡Vamos a disfrutar de la fiesta!"

Y así, la pequeña y el Lobo decidieron terminar la fiesta juntos, ayudándose mutuamente y así aprendieron una poderosa lección sobre la amistad y el trabajo en equipo.

Después de bailar, jugar y comer torta, ambos se pusieron a limpiar la casa, riendo y compartiendo historias. Al final del día, la casa del Lobo brillaba, y así también sus corazones.

Y Caperucita nunca olvidó que aunque a veces las cosas no son perfectas, siempre se puede encontrar un camino hacia la solución si se habla con honestidad y respeto. Y el Lobo, prometió no volver a jugar con los sentimientos de sus amigos porque la amistad es muy valiosa.

Desde entonces, Caperucita y el Lobo se convirtieron en grandes amigos y compartieron muchas más aventuras, siempre recordando que la honestidad y la colaboración son fundamentales en cualquier amistad.

FIN.

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