Érase una vez, en un hermoso bosque, una niña llamada Caperucita Roja.
Ella siempre llevaba una capa roja brillante y un cesto lleno de comidas deliciosas para su abuelita que vivía al otro lado del bosque.
Un día, su madre le dijo:
- "Caperucita, ve a visitar a tu abuelita, pero recuerda no hablar con extraños.
"
Caperucita sonrió y se adentró en el bosque.
Mientras paseaba, disfrutando de los colores y sonidos del lugar, se encontró con un guanaco.
El guanaco, de pelaje suave y ojos curiosos, la miró con interés.
- "Hola, pequeña.
Soy Juan el Guanaco.
¿A dónde vas con ese cesto tan bonito?"
Caperucita respondió:
- "Voy a visitar a mi abuelita.
Le llevo unas galletitas.
¿Quieres venir conmigo?"
Juan, emocionado por la invitación, aceptó:
- "¡Claro!
Pero primero, quiero mostrarte algo muy especial.
"
Caperucita, intrigada, lo siguió mientras él trotaba.
Juan la guió hasta un claro donde había mil flores de todos los colores.
- "Mirá cuántas flores.
Siempre se puede ser feliz con un poco de belleza, ¿no?"
Caperucita se emocionó con la belleza del lugar y dijo:
- "¡Sí!
¡Es un lugar mágico!
Pero no debemos tardar mucho, mi abuelita debe estar esperándome.
"
Mientras intentaban regresar por el sendero, se encontraron con una gran zanja que bloqueaba el camino.
Ambos se miraron preocupados.
- "¿Ahora cómo cruzamos?" preguntó Caperucita.
Juan, pensando rápido, dijo:
- "Podemos construir un puente con esas ramas.
Si colaboramos, lo lograremos.
"
Así que comenzaron a recoger ramas y a construir un puente.
Caperucita se dio cuenta de que trabajando juntos podían superar cualquier obstáculo.
- "¡Esto es divertido!
Así se siente tener un compañero.
"
Una vez que terminaron, lograron cruzar la zanja y continuaron su camino.
Pero al poco tiempo, se encontraron con un grupo de animales asustados que estaban parados junto a un árbol.
- "¿Qué les pasa?" preguntó Juan.
- "Un nido se ha caído y los pequeños pájaros están atrapados, no pueden volar.
"
Caperucita, al escuchar esto, se preocupó y dijo:
- "¡Debemos ayudar!
Yo puedo escalar a ese árbol.
"
Juan añadió:
- "Y yo los puedo guiar para que no se asusten.
Siempre es importante ayudar a los demás.
"
Con mucho esfuerzo, Caperucita trepó el árbol y, con mucho cuidado, devolvió a los pajaritos a su nido.
- "¡Gracias!
¡No sé qué hubiésemos hecho sin ustedes!" dijeron los pájaros.
Después de ayudar a los pájaros, Caperucita y Juan se sintieron muy felices.
Finalmente, llegaron a la casa de la abuelita.
- "¡Hola, Caperucita!
¿Quién es tu amigo?" preguntó la abuelita al ver a Juan.
- "Es Juan, un guanaco que conocí en el camino.
Hemos vivido una gran aventura juntos.
"
La abuelita sonrió y los invitó a pasar.
Prepararon galletitas y disfrutaron de la merienda, mientras Juan les contaba historias del bosque.
- "Hoy aprendí que trabajar en equipo y ayudar a los demás hace que todo sea más divertido," dijo Caperucita.
Al caer la tarde, Caperucita y Juan se despidieron y ella prometió regresar para visitar su nuevo amigo.
Desde ese día, ambos aprendieron que cada aventura es mejor si la compartís con alguien, y también que la bondad y la amistad son los mayores tesoros.
Y así, Caperucita Roja y su amigo Juan, el guanaco curioso, vivieron muchas más aventuras en el bosque, siempre ayudando a quienes lo necesitaban.