Caperucita y el Huerto de Sabiduría
Caperucita Roja, una niña curiosa y valiente, vivía en un pequeño pueblo rodeado de un bosque mágico. Su madre siempre le advertía sobre los peligros que acechaban en el bosque, pero Caperucita tenía un gran deseo de explorar el mundo y aprender sobre la vida.
Un día, su madre le pidió que llevara una canasta de frutas y verduras a su abuela, que vivía al otro lado del bosque.
"Caperucita, recuerda, no hables con extraños y no te apartes del camino", le dijo su madre con tono serio.
"¡Sí, mamá!", respondió Caperucita con entusiasmo.
Así que, con su capa roja y la canasta en mano, se adentró en el bosque. Mientras caminaba, se sorprendió por el canto de los pájaros y los susurros de las hojas. Por un momento, se olvidó de las advertencias de su madre y decidió desviarse hacia un sendero nuevo que la llevó a un claro lleno de flores coloridas.
Allí conoció a un pequeño lobo llamado Lucas, que tenía una mirada amistosa y una gran sonrisa.
"Hola, Caperucita, ¿a dónde vas?", preguntó Lucas.
"Voy a visitar a mi abuela. ¿Quieres venir conmigo?", respondió Caperucita, emocionada.
Lucas, que estaba cansado de estar solo en el bosque, aceptó la invitación. Juntos continuaron el camino, riendo y compartiendo historias, hasta que se encontraron con un rincón mágico del bosque, donde los árboles tenían hojas doradas y las flores brillaban como estrellas.
"¡Qué lugar tan hermoso!", exclamó Caperucita.
"Es el Huerto de Sabiduría", explicó Lucas.
"Aquí, cada planta enseña algo nuevo acerca de la vida".
Intrigada, Caperucita decidió explorar. Encontraron una planta que decía: "La paciencia es la clave para lograr tus sueños". Otra que decía: "La bondad siempre regresa a ti". Caperucita se dio cuenta de que cada lección resonaba con algo que había aprendido de su madre, como nunca dejar de ayudar a los demás.
Pero cuando intentaron salir del Huerto, se dieron cuenta de que el camino se había desvanecido.
"¿Qué haremos ahora?", preguntó Caperucita preocupada.
"No te preocupes, hay que recordar las lecciones del Huerto y pensar con claridad", dijo Lucas, tratando de calmarla.
Juntos, recordaron lo que habían aprendido y lo aplicaron. Caperucita sugirió que dividieran las tareas:
"Yo dibujaré un mapa en la tierra, mientras vos buscas pistas sobre el camino".
Después de unos minutos trabajando en equipo, encontraron un rayo de sol que iluminaba un sendero de regreso.
"¡Allí!", gritó Lucas emocionado.
"¡Lo logramos!", celebró Caperucita.
Saliendo del Huerto de Sabiduría, continuaron su viaje hacia casa. Cuando llegaron a la casa de la abuela, Caperucita le compartió todas sus experiencias, incluyendo las lecciones del Huerto, y entre risas y abrazos, su abuela le dijo:
"Siempre es bueno aprender, pero jamás olvides el camino de regreso a casa".
Desde ese día, Caperucita se volvió una exploradora frecuente en el bosque, siempre regresando con nuevas historias y aprendizajes. Y así, Caperucita Roja no solo pasó a ser conocida por su capa roja, sino también por su corazón lleno de sabiduría y amistad.
Y cada vez que alguien mencionaba al pequeño lobo, todos decían: "Ah, Lucas, el amigo de Caperucita, él la ayudó a aprender que la verdadera valentía es conocer y aprender de los demás".
FIN.