Caperucita y el Lobo
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque, una niña llamada Caperucita que vivía con su abuelita. Un día soleado, la abuelita decidió enviarle una cesta llena de deliciosas galletitas y frutas frescas.
Caperucita estaba emocionada por llevarle el regalo a su querida abuelita y decidió atravesar el bosque para llegar más rápido. Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, sin darse cuenta, se encontró frente a frente con un astuto lobo.
El lobo se acercó lentamente a Caperucita y le dijo con voz temblorosa: "¡Hola, querida niña! ¿A dónde vas tan solita?". Caperucita, inocente pero precavida, respondió: "Voy a casa de mi abuelita para llevarle esta cesta".
El lobo sonrió maliciosamente y pensó en cómo podría engañar a la ingenua Caperucita. "¿Tu abuelita vive muy lejos?", preguntó el lobo mientras imaginaba cómo saborearía esas deliciosas galletitas. "No está muy lejos", respondió Caperucita.
"Solo tengo que cruzar este bosque y llegaré rápidamente". El lobo no podía creer su suerte; tendría una comida fácil sin tener que buscarla demasiado. Justo cuando el lobo estaba a punto de lanzarse sobre Caperucita para devorarla, apareció un valiente leñador.
Con su hacha en mano y un corazón noble, se interpuso entre la niña y el lobo. El leñador miró al lobo fijamente y dijo: "¡Detente, malvado lobo! No permitiré que lastimes a esta niña".
El lobo retrocedió asustado, sabía que no tendría oportunidad contra el valiente leñador. Caperucita se sintió aliviada al ver al leñador. "¡Gracias por salvarme!", exclamó. El leñador sonrió y respondió: "Es mi deber proteger a los más débiles.
Ahora, ¿te gustaría que te acompañe hasta la casa de tu abuelita?". Caperucita aceptó felizmente la ayuda del leñador y juntos continuaron su camino hacia la casa de la abuelita.
Durante el camino, el leñador les enseñó a Caperucita algunas señales para reconocer a los animales peligrosos del bosque y cómo mantenerse segura en sus futuros viajes. Finalmente, llegaron a la casa de la abuelita sana y salva.
La abuelita estaba encantada de ver a Caperucita con su cesta de regalos y también muy agradecida al valiente leñador por haberla protegido. Desde ese día, Caperucita aprendió lo importante que era estar atenta cuando se aventuraba sola en el bosque y cómo pedir ayuda si se encontraba en problemas.
También entendió la importancia de ser amable con los demás e incluso dar las gracias cuando alguien hace algo bueno por ella. Y así, Caperucita Roja vivió muchas aventuras más en su vida pero siempre recordando las enseñanzas del valiente leñador.
Y cada vez que veía un lobo en el bosque, recordaba la importancia de la precaución y la valentía.
FIN.