Caperucita y el Lobo Amigo



Había una vez, en un pequeño pueblo al borde del bosque, una niña llamada Caperucita Roja. Siempre llevaba una capa roja muy especial que le había regalado su abuela. Un día, su mamá le pidió que llevara unas cosas a su abuela, que vivía al otro lado del bosque.

"Por favor, no hables con extraños y no te salgas del camino", le advirtió su mamá al darle la cesta.

"Claro, mamá. ¡No te preocupes!", respondió Caperucita, sonriente.

Caperucita comenzó su camino saltando de alegría y disfrutando del canto de los pájaros. Pero mientras avanzaba, se encontró con un lobo que la miraba desde detrás de unos arbustos.

"Hola, pequeña", dijo el lobo, asomándose. "¿A dónde vas con esa cesta tan linda?"

Caperucita, recordando las advertencias de su madre, dudó un instante. Sin embargo, el lobo parecía amistoso.

"Voy a casa de mi abuela, que vive al final del bosque", contestó ella.

"¿Te gustaría que te acompañe? El camino puede ser muy peligroso", propuso el lobo, con una sonrisa.

Caperucita pensó que no había nada de malo en aceptar la compañía del lobo, así que asintió y ambos comenzaron a caminar juntos.

Mientras caminaban, el lobo le contó cómo había sido malinterpretado por los demás animales del bosque. "A veces, la gente asume cosas por la apariencia. Pero yo solo quiero tener amigos", dijo el lobo con tristeza.

"Entiendo, a veces yo me siento un poco sola también. Mis amigos de la escuela a veces no entienden mi amor por las historias de aventuras", admitió Caperucita.

Llegaron a la casa de la abuela, y Caperucita notó que la puerta estaba entreabierta. El lobo se asomó a la ventana y vio que la abuela estaba dormida en su sillón favorito.

"¡Oh no! Parece que mi abuela está durmiendo!", exclamó Caperucita. "Voy a entrar para no asustarla".

El lobo, preocupado, dijo: "¿Estás segura de que no deberíamos entrar juntos? No quiero que se asuste con mi apariencia".

"No te preocupes", contestó Caperucita. "La abuela es muy amable. Vamos a entrar juntos."

Entonces, ambos entraron en la casa. Sin embargo, el cazador del pueblo, que estaba pasando, escuchó ruidos y miró por la ventana. Al ver al lobo, sacó su rifle y gritó:

"¡Alto ahí, bestia! ¡Lo voy a atrapar!"

Caperucita se interpuso. "¡Espera! ¡Es mi nuevo amigo! No es malo, solo quiere ayudarme a llevarle la cesta a mi abuela!"

El cazador, confundido, miró al lobo, que se mantuvo tranquilo, moviendo la cola como si fuera un perro.

"¿De verdad?", preguntó el cazador, con la mirada entrecerrada.

"Sí! Pero hay algo más que debes saber", dijo Caperucita, y continuó, "el lobo me contó que tiende a ser malinterpretado. Si le das una oportunidad, es un buen amigo".

El cazador reflexionó un momento. Entonces, recordó cómo también había sido juzgado sólo por su trabajo. Así que decidió dejar que el lobo hable.

"Está bien. Cuéntame, amigo lobo", dijo el cazador, bajando su arma.

"Soy un lobo que solo quiere jugar y hacer amigos en lugar de asustar a los demás. Todo lo que quiero es ser parte de la comunidad", explicó el lobo, con sinceridad.

El cazador sonrió y dijo: "Si lo que dices es cierto, creo que deberíamos darle una oportunidad. Quería hacer que todos se sintieran a salvo, pero no sabía que tú solo querías ser amigo".

Caperucita sonrió y agradeció al cazador por su comprensión. Desde ese día, el lobo se convirtió en parte de la comunidad. Jugaba con Caperucita y ayudaba a cuidar el jardín de la abuela.

Caperucita aprendió que a veces es importante conocer a las personas antes de juzgarlas. Y el lobo nunca se sintió tan feliz como cuando estaba rodeado de amigos. ¡Y así todos vivieron felices en el bosque, sin miedo y llenos de amistad!

FIN.

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