Caperucita y el Lobo Amistoso



Érase una vez, en un hermoso bosque que estaba lleno de árboles altos y flores de todos los colores, vivía un lobo llamado Lobo. Era un lobo muy especial, diferente a los demás. No le gustaba asustar a nadie ni hacer maldades. En lugar de eso, Lobo pasaba sus días cuidando a los pequeños animales del bosque y ayudando a quienes lo necesitaban.

Un día, mientras Lobo caminaba por el bosque, vio a una niña con una capa roja. Se llamaba Caperucita Roja y estaba muy preocupada.

"¿Por qué estás tan triste, pequeña?" - preguntó Lobo, acercándose con cuidado.

"¡Hola! Estoy buscando a mi abuela, pero me perdí y tengo miedo del bosque oscuro" - respondió Caperucita, con ojos grandes y llorosos.

"No temas, yo te ayudaré a encontrarla. Soy un amigo del bosque, y conozco cada rincón por aquí" - dijo Lobo, sonriendo.

Caperucita se sintió aliviada al escuchar la voz amable de Lobo. Así que decidieron caminar juntos. En el camino, se encontraron con un pequeño conejo que había caído en una trampa.

"¡Oh no! Tenemos que ayudarlo!" - exclamó Caperucita.

"Así es, ven, yo lo sacaré. Tú espera aquí" - dijo Lobo.

Lobo se acercó al conejo con mucho cuidado y, usando sus patas fuertes, logró liberar al pobre animalito.

"Gracias, Lobo. ¡Eres muy valiente!" - dijo el conejo, saltando de felicidad.

"Gracias a ti por ayudarme a ayudar a mi amigo" - respondió Lobo, sonriendo con humildad.

Después de un rato de caminar, finalmente llegaron a la casa de la abuela de Caperucita. La casa era pequeña y tenía un jardín lleno de flores.

"¡Mirá, ahí está!" - gritó Caperucita emocionada.

Pero justo cuando estaban a punto de tocar la puerta, escucharon un grito. Era la abuela.

"¡Ayuda! ¡Un ladrón!" - chilló la abuela.

Caperucita se asustó mucho.

"¡Oh no! Tenemos que ir rápido!" - exclamó.

"Espera, pequeña. Tal vez no sea lo que parece. Vamos a investigar juntos" - sugirió Lobo con calma.

Caperucita, aunque dudosa, decidió confiar en su nuevo amigo. Se acercaron a la ventana de la casa y miraron dentro.

Para su sorpresa, vieron a un pequeño zorro tratando de alcanzar unas galletas en la mesa.

"¡Ese zorro solo tiene hambre!" - dijo Lobo.

"¡Pero eso no está bien!" - respondió Caperucita.

"Podríamos ayudarlo. Tal vez necesita comida y no sabe cómo pedirla" - dijo Lobo.

Caperucita pensó un momento y luego tuvo una idea.

"¡Ya sé! Vamos a invitar al zorro a comer con nosotros en vez de asustarlo. Puede que se sienta avergonzado si lo enfrentamos" - dijo Caperucita con determinación.

"¡Esa es una gran idea!" - aprobó Lobo.

Así que decidieron llamar al zorro.

"¡Hola, zorro!" - gritó Caperucita desde la ventana.

"¡¿Qué quieres? !" - respondió el zorro, nervioso.

"Te hemos visto. Sabemos que solo tenías hambre, y no queremos asustarte. Queremos invitarte a comer con nosotros, si quieres" - dijo Lobo, con voz amistosa.

El zorro, un poco sorprendido, decidió aceptar la invitación.

"No sabía que ustedes eran tan amables. ¡Gracias!" - dijo el zorro, entrando tímidamente a la casa.

Caperucita, Lobo y el zorro se sentaron juntos en la mesa con la abuela, quien les sirvió deliciosas galletas y leche. Todos rieron y compartieron historias. Caperucita se dio cuenta de que incluso aquellos que parecen ser malos pueden tener buenos motivos.

"A veces es mejor entender a los demás antes de juzgarlos" - dijo la abuela, sonriendo.

"Así es, Caperucita. Todos podemos ser amigos si estamos dispuestos a dar una oportunidad" - añadió Lobo, animado.

Desde ese día, Caperucita Roja se convirtió en la mejor amiga del lobo y del zorro, y juntos aprendieron que la bondad y la comprensión siempre son la mejor solución. El bosque se llenó de risas y aventuras compartidas, y nunca más tuvieron miedo de lo desconocido.

Y así, Caperucita, Lobo y el Zorro vivieron felices, enseñando a todos en el bosque que no importa cómo te veas, sino cómo eres por dentro.

FIN.

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