Caperucita y el Lobo Amistoso



Había una vez en un hermoso bosque, una niña llamada Caperucita. Un día, su mamá le pidió que llevara una canasta con comida a su abuela, que vivía al otro lado del bosque. Antes de salir, su mamá le dijo:

"Caperucita, ten cuidado y no te salgas del camino."

"Sí, mamá, lo prometo," respondió Caperucita con una sonrisa.

Caperucita comenzó su viaje, disfrutando de los suaves rayos del sol y el canto de los pájaros. Mientras caminaba por el sendero, de repente, se topó con un lobo grande y animal. Al verla, el lobo frunció el ceño, pero Caperucita, que nunca había visto uno en persona, decidió ser valiente.

"Hola, señor lobo. ¿Cómo se llama usted?" preguntó ella, intentando no parecer asustada.

"Me llamo Lúculo. Y tú, pequeña, ¿qué haces sola en el bosque?" respondió el lobo con una voz profunda.

"Voy a visitar a mi abuela. Vive al final del bosque," explicó Caperucita.

Lúculo, que en realidad no era un lobo malo, se sintió curioso por la niña. Siempre había deseado tener amigos, pero su apariencia lo asustaba.

"¡Oh, qué interesante! ¿Te gustaría que te acompañe?" ofreció Lúculo, tratando de sonar amable.

Caperucita lo miró con desconfianza, pero recordó las historias que su madre le contaba sobre dar oportunidades a quienes parecían diferentes.

"Está bien, pero solo si prometes no asustar a nadie," respondió con cautela.

Así que juntos continuaron el camino. Sin embargo, a medida que avanzaban, el lobo se dio cuenta de que el ambiente se volvía oscuro y los sonidos del bosque comenzaron a cambiar. Aterrorizada, Caperucita dijo:

"¿Qué está pasando, Lúculo? Me da miedo."

Lúculo, preocupándose por ella, pensó en cómo podía ayudar a la niña.

"No te preocupes, Caperucita. Solo deben ser los árboles que tapan la luz. Pero no nos alejemos del sendero. Juntos lo superaremos."

Contenta por tener compañía, Caperucita comenzó a confiar en Lúculo. Pero de repente, se dieron cuenta de que un grupo de animales del bosque estaba asustado y atrapado en unas ramas caídas.

"¡Ayuda! ¡No podemos salir!" gritaban los animalitos.

Caperucita se sintió mal al ver a los animales en esa situación.

"Tenemos que hacer algo, Lúculo. ¿Puedes ayudarlos?"

Lúculo dudó un momento, ya que nunca había ayudado a nadie. Pero mirando a Caperucita, recordó sus deseos de tener amigos y de hacer el bien.

"Sí, lo haremos juntos," dijo Lúculo con determinación.

El lobo, usado a sus garras, empezó a mover las ramas con cuidado, mientras Caperucita guiaba a los animales para que se movieran hacia la salida. Después de un gran esfuerzo, lograron liberar a todos y el bosque volvió a hacerse más luminoso.

"¡Gracias, Caperucita y Lúculo!" dijeron los animales, llenos de gratitud.

Caperucita sonrió, orgullosa de haber ayudado. El lobo se dio cuenta de que, a pesar de su apariencia, podía hacer cosas buenas y ser un buen amigo. Al llegar a la casa de la abuela, Caperucita miró a Lúculo y le dijo:

"¿Quieres venir a conocer a mi abuela? Estoy segura de que le encantaría conocerte."

El lobo sintió una mezcla de miedo y emoción, pero asintió. Al llegar, la abuela los recibió con sorpresa.

"¿Caperucita, traes un amigo?" preguntó la abuela, muy amable.

Lúculo, temblando pero decidido, se presentó:

"Soy Lúculo, la acompaño por el bosque."

La abuela sonrió y dijo:

"Estoy feliz de conocerte, Lúculo. Aquí todos son bienvenidos."

Desde entonces, Caperucita y Lúculo se volvieron grandes amigos, visitando a la abuela juntos y ayudando a muchos otros animales en el bosque. Caperucita aprendió a no juzgar a los demás por su aspecto, y Lúculo descubrió que la amistad y la bondad eran los mayores tesoros que podía tener.

Así vivieron felices y aprendieron que el verdadero coraje no siempre es demostrar fuerza, sino también ser amable y solidario.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!