Caperucita y el Lobo Amistoso
Era un día soleado en el bosque y Caperucita Roja se disponía a llevarle una canasta de delicias a su abuela. Mientras caminaba por el sendero, se encontró con un lobo que parecía diferente a los otros que había escuchado en los cuentos.
"¡Hola! Yo soy el Loboconstructor!" - presentó el lobo, con una gran sonrisa.
Caperucita, sorprendida, le preguntó:
"¿Loboconstructor? ¿Qué es eso?"
"Soy un lobo que ha decidido dejar de asustar a la gente y dedicarme a construir cosas útiles en el bosque. ¿No quieres ver lo que estoy haciendo?"
Curiosa, Caperucita aceptó y acompañó al lobo hasta un claro donde había un pequeño taller. Allí, el lobo le mostró un banco de trabajo y varios objetos que había fabricado con troncos de árboles y ramas.
"¡Mirá! He hecho un columpio para que los animales del bosque jueguen, y también una casita para los pájaros. Además, estoy construyendo una mesa de picnic para que todos puedan compartir un buen rato" - explicó el lobo con entusiasmo.
De repente, Caperucita se dio cuenta de que había olvidado la dirección de la casa de su abuela.
"¡Ay no! Ahora no sé cómo llegar."
"No te preocupes, yo te puedo ayudar. Pero antes, creo que deberíamos invitar a la abuela a conocer mi taller. Sería genial que pudiera ver lo que estoy haciendo" - sugirió el Loboconstructor.
Caperucita pensó que era una gran idea. Así que juntos, decidieron ir a la casa de la abuela. Por el camino, el lobo le contó a Caperucita cómo decidió cambiar su vida después de darse cuenta de que ser un lobo temido no le traía felicidad.
"En lugar de asustar, preferí ser útil. Aprendí a construir, a compartir y a ayudar a los demás. Así, he encontrado muchos amigos en el bosque" - dijo el lobo.
Cuando llegaron a la casa de la abuela, Caperucita la encontró sentada en su silla favorita, tejiendo. Cuando Caperucita le presentó al Loboconstructor, la abuela se mostró un poco dudosa.
"No temas, señora, soy un lobo diferente. Solo quiero hacer cosas buenas para todos" - dijo el lobo.
Antes de que la abuela pudiera responder, el lobo continuó:
"¿Te gustaría ver mi taller? He hecho una mesa de picnic donde podríamos almorzar juntos. ¡Haré un colibrí de madera como regalo para vos!"
La abuela, al escuchar eso, sonrió y asintió:
"¡Claro, querido! Estoy curiosa por ver tu trabajo." - y así, los tres se fueron al taller junto a un grupo de animales que se unieron para ver la sorpresa del lobo.
En el taller, el lobo mostró la mesa y todos colaboraron para preparar un almuerzo delicioso. Caperucita y su abuela conversaron con el lobo sobre sus sueños y la importancia de ser amables y de ayudar a los demás.
"Nunca juzgues a alguien por sus apariencias. A veces, detrás de un lobo feroz puede haber un gran amigo" - aprendió Caperucita.
Finalmente, después del rico almuerzo y de jugar en el columpio, Caperucita y la abuela se despidieron del Loboconstructor. Prometieron volver a visitarlo y juntos empezaron a caminar hacia casa.
"Siempre que veas a un lobo, recuerda que pueden ser diferentes. Lo importante es conocer a la persona detrás de la apariencia" - le decía la abuela, mientras que Caperucita sonreía y imaginaba futuros encuentros con su nuevo amigo.
Aquella tarde, Caperucita entendió que la amistad puede encontrarse en los lugares más inesperados y que siempre podemos cambiar para convertirnos en alguien mejor.
FIN.