Caperucita y el lobo chocolateado



Había una vez una pequeña niña llamada Caperucita, a quien le encantaba el chocolate. Todos los días, iba al bosque a buscar bayas y frutas para hacer postres deliciosos con su abuela.

Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con el lobo. El lobo era grande y animal, y tenía un aspecto aterrador. Caperucita estaba asustada pero trató de mantener la calma. "-Hola, Lobo", dijo ella tímidamente.

"-Hola, Caperucita", respondió el lobo con una sonrisa en su rostro. Caperucita notó que el lobo no parecía tan malvado como siempre había pensado. De hecho, parecía amable y simpático. "-¿Qué haces aquí?", preguntó Caperucita. "-Estoy buscando algo que comer", respondió el lobo.

"¿Y tú?""-Estoy buscando bayas para hacer un pastel de chocolate para mi abuela", explicó Caperucita mientras mostraba la cesta de mimbre que llevaba consigo. El lobo olfateó la cesta y olió el aroma del chocolate recién hecho.

Su estómago comenzó a gruñir de hambre. "-Eso suena delicioso", dijo él con entusiasmo. "¿Podría probar un poco?"Caperucita estaba indecisa. Había oído muchas historias sobre lo peligroso que era hablar o compartir cosas con extraños en el bosque.

Pero también sabía lo mucho que le gustaba compartir sus comidas favoritas con los demás. Finalmente decidió tomar una oportunidad y ofreció un poco de pastel de chocolate al lobo. "-Por supuesto, Lobo. Sería un placer compartir mi postre contigo.

"El lobo comió el pastel con entusiasmo y su rostro se iluminó con una sonrisa. "-Esto es delicioso", exclamó. "Me encanta el chocolate". Caperucita también estaba feliz de haber compartido su comida favorita con alguien más.

Los dos comenzaron a hablar y reír juntos mientras disfrutaban del hermoso día en el bosque. Pero entonces, algo inesperado ocurrió. Un cazador apareció repentinamente en la escena, armado con una escopeta y apuntando directamente al lobo.

"-¡Detente! ¡No le hagas daño!", gritó Caperucita mientras intentaba proteger al lobo. El cazador explicó que había visto al lobo acechando por el bosque y temía por la seguridad de los habitantes del pueblo cercano.

Pero Caperucita sabía que no era justo culpar a alguien solo por su apariencia o comportamiento pasado. Ella decidió hablar en defensa del lobo ante el cazador, quien finalmente entendió su punto de vista y decidió dejarlo ir sin hacerle daño.

Gracias a la valentía y amabilidad de Caperucita, ella descubrió que no debemos juzgar a las personas (o animales) solo por cómo se ven o lo que hemos escuchado sobre ellos antes. Todos merecemos una oportunidad para demostrar quiénes somos realmente en nuestro interior.

Desde ese día en adelante, Caperucita siguió haciendo amigos nuevos e interesantes en el bosque, y siempre compartía su amor por el chocolate con ellos.

Y aunque todavía tenía miedo a veces, aprendió que no hay nada más poderoso que la amistad y la empatía para superar nuestros temores y prejuicios. Y así, Caperucita vivió feliz para siempre, rodeada de amigos leales y deliciosos postres de chocolate.

FIN.

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