Caperucita y el lobo confiado



Había una vez, en un tranquilo pueblo rodeado de bosques y prados, una niña llamada Caperucita. A Caperucita le encantaba explorar la naturaleza y pasar tiempo con su querida abuela Constanza, quien tenía un hermoso jardín lleno de girasoles.

Un día soleado, mientras Caperucita se preparaba para visitar a su abuela, su madre le recordó que tuviera cuidado con el lobo que vivía en el bosque.

"No te desvíes del camino y no hables con extraños", le dijo su madre cariñosamente. Caperucita asintió y se dirigió al bosque llevando una cesta llena de deliciosos pasteles caseros para compartir con su abuela.

Mientras caminaba por el sendero, canturreando alegremente, notó algo extraño: ¡el lobo estaba siguiéndola! El lobo se acercó a Caperucita y trató de engañarla. "Hola, pequeña. ¿A dónde vas tan temprano?" preguntó el lobo con una sonrisa falsa. Caperucita recordó las palabras de su madre y decidió ser astuta.

"Voy a visitar a mi abuela Constanza", respondió ella sin revelar demasiada información. El lobo fingió estar interesado en la abuela de Caperucita e insistió en acompañarla al jardín donde vivía.

Pero Caperucita sabía que algo no estaba bien, así que se negó amablemente diciendo: "Gracias por la oferta, pero prefiero ir sola". Sin embargo, el lobo no se rindió tan fácilmente.

Decidió correr por el bosque e intentar llegar antes que Caperucita a la casa de su abuela, con la esperanza de engañarla. Mientras tanto, en el hermoso jardín de girasoles, la abuela Constanza estaba ocupada cuidando sus flores cuando escuchó un golpe en la puerta. "¿Quién podría ser?", se preguntó mientras iba a abrir.

Para su sorpresa, vio al lobo disfrazado de Caperucita parado frente a ella. Afortunadamente, la astuta abuela Constanza rápidamente supo que algo andaba mal y decidió jugarle una broma al lobo.

"¡Oh querida Caperucita! ¿Por qué tienes esos ojos tan grandes?" preguntó la abuela Constanza mientras fingía estar impresionada por el disfraz del lobo. El lobo, confundido pero encantado con el juego de roles, respondió: "Es para verte mejor". La abuela Constanza sonrió y dijo: "Y esas orejas tan grandes...

¿Para qué las necesitas?"El lobo nervioso respondió: "Es para escucharte mejor". Justo en ese momento, Caperucita llegó a la casa y tocó la puerta.

La abuela Constanza le hizo señas para que entrara rápidamente y cerraron la puerta detrás de ellas. Caperucita pudo ver al lobo disfrazado y se dio cuenta de lo peligroso que había sido. Juntas idearon un plan para protegerse y enseñarle una lección al lobo.

Salieron por la puerta trasera de la casa y sorprendieron al lobo en el jardín. "¡No te dejaremos hacernos daño!", exclamó Caperucita valientemente. El lobo, asustado por la astucia y valentía de las dos mujeres, decidió huir del pueblo para siempre.

Desde ese día en adelante, Caperucita, su abuela Constanza y los habitantes del pueblo se unieron para crear un programa educativo sobre seguridad en el bosque. Enseñaron a los niños cómo reconocer peligros potenciales y cómo protegerse en situaciones difíciles.

Caperucita aprendió que es importante confiar en su intuición y nunca hablar con extraños. También descubrió que trabajar juntos puede marcar la diferencia y mantener a todos a salvo.

Y así, gracias a la astucia de Caperucita, la sabiduría de su abuela Constanza y el apoyo de todo el pueblo, vivieron felices explorando el bosque sin temor al lobo malvado.

FIN.

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