Caperucita y el Lobo del Internet



Caperucita Roja era una niña curiosa y aventurera. Le encantaba explorar el mundo de internet, donde pasaba horas y horas chateando con amigos, subiendo fotos y compartiendo detalles de su vida diaria. Sin embargo, Caperucita no era muy cuidadosa con su privacidad.

Un día, mientras navegaba por la red, le llegó un mensaje de un extraño con un nombre intrigante: 'Lobo_Guapo99'.

"¿Hola, Caperucita? Soy un amigo de la red, me encantaría conocerte en persona. ¿Te gustaría?" - escribió el lobo, que en realidad era un lobo travieso que estaba buscando la manera de engañarla.

Caperucita, emocionada por la idea de hacer nuevos amigos, respondió rápidamente.

"¡Claro! ¿Dónde nos encontramos?" - escribió, sin pensarlo dos veces.

El lobo, con una sonrisa maliciosa, le sugirió un parque cerca de su casa. Caperucita decidió que estaría bien, pero antes de salir, su madre la llamó.

"Caperucita, querida, ¿con quién estás hablando en esa computadora?" - preguntó su madre, preocupada.

"Es solo un amigo que conocí en internet, mamá. No te preocupes, voy a conocerlo en un lugar público" - respondió Caperucita, tratando de tranquilizarla.

"Recuerda, siempre es importante tener cuidado con quienes conoces en línea. Nunca debes compartir información personal, ni siquiera con alguien que parezca amistoso" - aconsejó su madre.

Caperucita asintió, pero su emoción pudo más que su prudencia. Así que se fue al parque, sin decirle a su madre el nombre del extraño.

Cuando llegó al lugar acordado, no vio a nadie. Sin embargo, un ruido la llamó la atención. En un rincón, el Lobo la estaba esperando, disfrazado de un chico simpático.

"¡Hola, Caperucita! Parece que llegaste primero. Soy Alex" - dijo el Lobo, sonriendo de manera encantadora.

"Hola, Alex. Es un gusto conocerte" - respondió ella, un poco insegura pero confiada.

Entonces, el Lobo comenzó a hacerle preguntas sobre su vida, su familia y sus gustos. Caperucita empezó a sentir que algo no estaba bien, pero seguía hablando, sin darse cuenta de que estaba compartiendo demasiada información.

"¿Te gustaría dar un paseo?" - le preguntó el Lobo, alzando una ceja.

Caperucita, sintiendo que su instinto le decía que debía tener cuidado, respondió:

"Ehh, sí, pero solo por aquí cerca, no quiero alejarme mucho" - dijo, nerviosa.

Mientras caminaban, se encontró con una amiga, la liebre Blanca, que estaba disfrutando el día.

"¡Caperucita! ¡Qué bueno verte! Estaba buscando a un amigo, ¿quién es este?" - preguntó la liebre, con una mirada curiosa.

El Lobo se puso un poco inquieto.

"Soy solo un amigo de internet, nada más" - logró decir con un tono que intentaba sonar amigable.

"Mmm… no me gusta cómo suena eso. ¿Sabes, Caperucita? Siempre hay que tener cuidado con lo que compartimos, incluso con desconocidos" - dijo la liebre.

Caperucita empezó a dudar. Recordó las palabras de su madre y sintió una punzada de responsabilidad.

"Creo que tengo que irme, Alex. No me siento cómoda" - dijo finalmente.

El Lobo, enfadado, empezó a gritarle.

"¡No puedes irte! No has hecho nada malo, yo solo quiero ser tu amigo" - rugió, pero su verdadera naturaleza estaba emergiendo.

Caperucita, asustada, empezó a correr hacia su casa. En el camino encontró a varios animales del bosque que se dieron cuenta de que estaba en problemas.

"¡Caperucita! ¿Estás bien?" - preguntó el zorro.

"No, creo que el Lobo quiere asustarme… ¡Ayudenme!" - gritó, y todos comenzaron a correr detrás de ella.

El Lobo, al verse acorralado por los animales, decidió escapar. Mientras corría, Caperucita pudo ver que su amigo no era más que un lobo que se había disfrazo y que sólo quería engañarla.

Finalmente, llegó a su casa y le contó todo a su madre.

"Mamá, me asusté y creo que debo ser más cuidadosa con mi privacidad en internet" - confesó la niña, con lágrimas en los ojos.

Su madre la abrazó.

"Lo importante es que aprendiste. La seguridad en internet es esencial, y siempre debes recordar cuidar tu información y elegir bien a tus amigos" - le dijo.

Desde ese día, Caperucita se volvió muy cuidadosa y decidió compartir su experiencia con todos sus amigos para que nunca tuvieran que pasar por lo mismo. Caperucita Roja aprendió que la amistad es hermosa, pero siempre debe ser cultivada con cuidado y responsabilidad.

Así, Caperucita comprendió que cuidarse a sí misma es el primer paso para disfrutar de un mundo maravilloso, tanto online como offline.

FIN.

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