Caperucita y el Lobo Digital
Era una tarde soleada en el bosque. Caperucita Roja decidió que era un buen día para visitar a su abuela que vivía en el otro lado del bosque. Pero esta vez, no llevaría solo una canasta de goodies, sino que llevaría su tablet para chatear con quien quisiera, ya que había escuchado que el bosque había cambiado mucho y que más de un amigo se podía encontrar por ahí.
Mientras caminaba, Caperucita decidió activar su aplicación de mensajería. Su sorpresa fue enorme cuando en la lista de contactos apareció un nombre que no esperaba: Lobo Feroz.
"¿Y quién será el lobo feroz?" se preguntó, intrigada. Luego recordó que había escuchado historias sobre él, pero nunca lo había conocido. Sin pensarlo dos veces, decidió enviarle un mensaje.
- Caperucita: Hola, ¿es este el lobo feroz?
- Lobo: ¡Hola! Sí, soy yo. Pero no soy tan feroz como dicen.
Caperucita sonrió. Era la primera vez que hablaba con un lobo.
- Caperucita: ¿Y por qué te llaman feroz?
- Lobo: Porque mucha gente solo ve mi apariencia. Pero, en realidad, me gusta mucho leer y hablar.
Caperucita sintió curiosidad y decidió seguir charlando.
- Caperucita: ¿Qué te gusta leer?
- Lobo: ¡Cuentos! Me encantan las historias de aventuras y de amigos. a veces me gustaría tener un amigo humano.
Caperucita se dio cuenta de que, a pesar de su fama, el lobo era alguien muy interesante.
- Caperucita: Pero todos te temen. ¿No has pensado en mostrarles tu lado amable?
- Lobo: ¡Sí! Pero cada vez que intento acercarme, la gente solo me ve como un monstruo.
Caperucita, con su espíritu valiente, tuvo una idea brillante.
- Caperucita: ¿Qué te parece si hacemos una reunión en el claro del bosque? Podrías invitar a los animales y yo llevaría a mis amigos.
- Lobo: ¡Eso suena genial! Pero... ¿crees que los demás se atreverán a venir?
Caperucita se sintió motivada.
- Caperucita: Si hacemos una buena invitación, seguro que sí. Todos necesitamos conocer a otros y romper con los prejuicios.
Después de un rato de conversación, se pusieron de acuerdo. Caperucita y el lobo comenzaron a planear una gran reunión en el bosque. Hicieron una lista de invitados, desde los pájaros cantores hasta las tortugas lentas.
Al día siguiente, Caperucita fue casa por casa invitando a sus amigos. Mientras tanto, el lobo decoraba el claro del bosque con flores y luces. Finalmente, llegó el gran día.
Los animales del bosque estaban ansiosos, y aunque algunos tenían dudas sobre el lobo, decidieron venir para ver de qué se trataba. Cuando todos se reunieron en el claro, Caperucita tomó la palabra.
- Caperucita: ¡Hola a todos! Gracias por venir. Hoy tenemos a alguien especial que quiere conocerlos.
El lobo, un poco nervioso, se presentó ante la multitud.
- Lobo: Hola a todos, soy el Lobo Feroz, pero no soy lo que han escuchado. Me gustaría ser su amigo.
El silencio fue abrumador, pero poco a poco algunos animales comenzaron a comentar.
- Conejo: Pero... tenemos miedo.
- Pájaro: Yo he escuchado historias de lobos que devoran a los animales.
Caperucita rápidamente intervino.
- Caperucita: Todos tenemos algo que aprender. ¿Qué tal si le damos una oportunidad?
El lobo, notando la duda de los animales, decidió contarles su historia. Les habló de sus lecturas, de su soledad y de su deseo de cambiar la percepción de los demás. Poco a poco, los animales comenzaron a ver al lobo con otros ojos.
- Zorro: Creo que podríamos darle una oportunidad.
- Jirafa: Todos merecemos un chance de demostrar lo que somos.
Y así, la reunión se convirtió en una fiesta. Hablaron, jugaron y comieron juntos. El lobo se divirtió tanto que se sintió por fin aceptado.
Al final del día, el lobo se acercó a Caperucita.
- Lobo: ¡Gracias! Nunca pensé que podría tener amigos.
- Caperucita: Viste, muchas veces la apariencia engaña. Lo importante es conocer a otros antes de juzgar.
Desde ese día, el lobo feroz dejó de ser un lobo solitario y se convirtió en un amigo querido en el bosque. Aprendió que la amistad y la comunicación son la clave para derribar muros y prejuicios. Y Caperucita descubrió que cada historia tiene múltiples capítulos, y que el diálogo puede cambiarlo todo.
FIN.