Caperucita y el Lobo Nutrido
Había una vez, en un pequeño pueblo, una niña llamada Caperucita que amaba las galletas. Desde que era muy pequeña, siempre se le veía con una sonrisa en el rostro mientras disfrutaba de su merienda favorita.
Sin embargo, a medida que crecía, comenzó a darse cuenta de que su amor por las galletas estaba afectando su salud y figura. Un día, la mamá de Caperucita decidió hablar seriamente con ella sobre sus hábitos alimenticios.
Le explicó lo importante que era llevar una dieta equilibrada y variada para mantenerse sana y fuerte. Caperucita comprendió todo lo que su madre le dijo y decidió hacer un cambio en su vida.
Desde ese momento, Caperucita se propuso comer menos galletas y más frutas y verduras. Pero no fue fácil resistirse a la tentación de las deliciosas galletas que solían llenar su despensa.
Aunque intentaba ser fuerte, cada vez que veía una caja de galletas abierta en la cocina, sentía cómo sus ganas de comérselas aumentaban. Un día, mientras caminaba por el bosque hacia casa de su abuelita para llevarle un regalo especial, se encontró con el Lobo Feroz.
El lobo tenía fama de ser travieso y astuto, pero esta vez parecía diferente. "Hola Caperucita", dijo el lobo con amabilidad-. "¿A dónde te diriges?"Caperucita respondió: "Voy a visitar a mi abuelita".
El lobo sonrió maliciosamente: "Oh! ¿Y qué llevas en esa cestita?""Le llevo una canasta llena de frutas y verduras", respondió Caperucita con orgullo. El lobo se sorprendió: "¿Frutas y verduras? ¿No llevas galletas?"Caperucita asintió: "Decidí cambiar mis hábitos alimenticios. Ahora intento comer más saludablemente".
El lobo pareció reflexionar por un momento, luego sus ojos brillaron con una idea. "Sabes, Caperucita, yo también quiero hacer dieta. Pero no puedo resistirme a las galletas. ¿Me enseñarías cómo resistir la tentación?"Caperucita sonrió y decidió ayudar al Lobo Feroz en su transformación.
Juntos, caminaron hacia el pueblo para buscar opciones saludables de merienda. Encontraron tiendas donde vendían frutas frescas y nueces crujientes que podrían satisfacer sus antojos sin afectar su salud.
A medida que pasaban los días, Caperucita y el Lobo Feroz se volvieron grandes amigos mientras aprendían a comer de manera equilibrada y disfrutar de alimentos más saludables juntos.
Finalmente, llegaron a casa de la abuelita de Caperucita y le dieron la cesta llena de frutas frescas y nueces como regalo. La abuelita estaba encantada con el gesto tan cariñoso. Desde aquel día, Caperucita siguió esforzándose por llevar una vida sana mientras compartía sus conocimientos con otros niños del pueblo.
El Lobo Feroz también cambió su imagen temida por una más amigable; ahora era conocido como el "Lobo Saludable". Caperucita y el Lobo Saludable demostraron que, a veces, es necesario hacer cambios en nuestras vidas para mantenernos sanos y felices.
Aprendieron que la amistad y el apoyo mutuo pueden ayudarnos a superar cualquier obstáculo. Y así, Caperucita y el Lobo Saludable vivieron felices comiendo frutas y verduras mientras disfrutaban de la vida en su pequeño pueblo.
FIN.