Caperucita y el Puma Amistoso
En un hermoso campo verde, donde las flores cantaban con cada brisa y los pajaritos alegraban el día, vivía Caperucita Roja, una nena de cabellos dorados y un traje rojo brillante que la hacía lucir como un pequeño rayo de sol. Ella cuidaba a sus queridas ovejas y soñaba con aventuras emocionantes. Pero había un problema: un puma, al que todos llamaban Puma Sombra, estaba atacando a sus ovejas.
Un día, mientras Caperucita estaba sentada en el prado, su abuelita la visitó.
"Caperucita, he escuchado que el puma ha estado merodeando por aquí. ¿Cómo te va con tus ovejas?" - preguntó la abuela preocupada.
"Las ovejas están bien, Abuela, pero a veces me asusta pensar en el Puma Sombra. No quiero que le pase nada a mis amigas ovejas" - dijo Caperucita.
La abuela sonrió.
"Tal vez deberías intentar entenderlo. A veces, los animales hacen cosas que no entendemos porque buscan comida o están asustados" - le sugirió.
"Pero, ¿cómo puedo entenderlo?" - preguntó Caperucita, curiosa.
"Tal vez debas hablar con él. Veo que tienes un gran corazón, y a veces, eso es lo que más se necesita" - afirmó su abuela.
Inspirada por las palabras de su abuela, Caperucita decidió que al día siguiente se aventuraría a buscar al Puma Sombra. Con un pequeño plan en mente, llevó consigo una canasta con algunas frutas que había cosechado, pensando que tal vez le podrían gustar.
Al amanecer, Caperucita partió hacia el bosque donde había visto al puma por primera vez. Caminó y caminó, sintiendo cómo su corazón latía fuerte, pero recordando el consejo de su abuela sobre ser valiente y comprensiva.
Finalmente, encontró al Puma Sombra junto a un arbusto. El puma la miró con ojos curiosos y algo asustados.
"Hola, Puma Sombra. No quiero hacerte daño. He venido a hablar contigo" - dijo Caperucita, levantando la canasta.
"¿Por qué habrías de hablar conmigo? Soy solo un depredador que causa problemas" - respondió el puma con voz apagada.
"Porque creo que tal vez solo tienes hambre. ¿Te gustaría probar algunas frutas?" - ofreció Caperucita con una sonrisa.
Los ojos del puma se iluminaron al ver las frutas.
"No sabía que los humanos podían ser tan amables. Estuve buscando comida y no sabía que había otras maneras de alimentarme" - dijo el puma, acercándose lentamente.
"Podemos compartir. Mejores opciones pueden ayudar a que las ovejas estén a salvo y tú lleno" - dijo Caperucita.
El puma, intrigado por la propuesta, se sentó a su lado y empezaron a compartir las frutas.
"Nunca pensé que una niña pudiera entenderme. Solo quería comer algo, pero no sabía cómo hacerlo sin asustar a otros" - confesó Puma Sombra, un poco triste.
"No tienes que asustar a mis ovejas. Si tienes hambre, podemos encontrar otras formas de que te alimentes, como frutas y pequeños roedores" - propuso Caperucita.
De esa manera, Caperucita y Puma Sombra comenzaron a formar una inusual amistad. Cada día, Caperucita traía algo de alimento para sus nuevas compañeras y el puma se aseguraba de alejarse de las ovejas, haciendo un trato de convivencia. Los días se convirtieron en semanas, y el puma comenzó a enseñar a Caperucita sobre la vida en el bosque, mientras ella le enseñaba sobre la amistad y la confianza.
Un día, mientras paseaban, Caperucita notó algo.
"Mira, Puma, las ovejas están bien, y tú también. ¿No es bonito haber hecho un pacto?" - preguntó con una gran sonrisa.
"Sí, Caperucita. Lo que parecía ser un problema al principio se convirtió en una gran amistad" - dijo el puma, parando para ver a las ovejas en el campo.
Juntos, decidieron que compartirían el bosque y el campo, en armonía, mostrando a todos los animales y humanos que incluso los que parecen distintos pueden ser amigos. Y así, Caperucita Roja y Puma Sombra no solo resolvieron un problema, sino que también aprendieron la importancia de la comprensión y la amistad en la vida, una lección que nunca olvidarían.
FIN.