Caperucita y el Refugio del Monte
En un pueblito rodeado de un espeso y misterioso bosque, vivía Caperucita Roja, una niña curiosa y valiente que siempre usaba una capa roja brillante. Un día, su madre le pidió que llevara unas galletitas a su abuela, que vivía al otro lado del bosque.
"- Recuerda, Caperucita, no hables con extraños y no te salgas del camino!" - le advirtió su madre mientras le daba una cesta llena de galletitas.
"- Sí, Mamá, lo prometo!" - respondió Caperucita con una sonrisa, emocionada por la aventura que le esperaba.
Mientras caminaba por el sendero, Caperucita escuchó un extraño ruido entre los árboles. Se detuvo y miró hacia el monte. De repente, un pequeño lobo, cuyo nombre era Loco, apareció entre la maleza.
"- Hola! Soy Loco, el lobo más amistoso de todo el bosque!" - dijo el lobo con una gran sonrisa.
"- ¡Hola! Yo soy Caperucita! Estoy yendo a visitar a mi abuela. ¿Quieres acompañarme?" - preguntó Caperucita, intrigada.
"- Claro, pero ten cuidado! A veces los humanos tienen miedo de los lobos. Sin embargo, yo solo quiero hacer amigos!" - contestó Loco, moviendo su cola emocionado.
Ambos emprendieron el camino juntos, hablando y riendo a lo largo del sendero. Mientras conversaban, Caperucita se dio cuenta de que Loco era muy diferente a lo que le habían dicho.
"- ¡Este bosque es tan hermoso!" - exclamó Caperucita mientras observaba las flores y los árboles.
"- Sí, pero también es un lugar de aventuras y... sorpresas!" - respondió Loco, guiñándole un ojo.
De repente, escucharon un fuerte crujido detrás de unos arbustos. Los dos se miraron, un poco asustados. Caperucita dijo en voz baja: "- ¿Qué fue eso?"
"- No lo sé, pero creo que deberíamos investigar... o quizás mejor no!" - sugirió Loco, un poco dudoso.
"- Vamos, Loco. Si nos unimos, podemos ser valientes!" - animó Caperucita, llena de entusiasmo. Loco asintió y juntos se acercaron al arbusto que crujía.
Al asomarse, descubrieron que no era más que un grupo de patitos perdidos que parecían estar buscando a su madre.
"- ¡Oh! Pobrecitos!" - dijo Caperucita con ternura.
"- ¿Qué haremos?" - preguntó Loco, sintiendo que tenían que hacer algo.
"- ¡Vamos a ayudarlos a encontrar a su mamá!" - propuso Caperucita.
Los dos amigos se pusieron a buscar por el bosque, llamando a la madre de los patitos. "- ¡Mama pata!" - gritaba Caperucita, mientras Loco ladraba amistosamente. Después de un rato, encontraron a una mamá pata muy preocupada.
"- ¡Gracias, Caperucita y Loco! ¡Pensé que nunca volvería a ver a mis patitos!" - exclamó la mamá pata al ver a sus pequeñines.
Sobrepasados por la felicidad, Caperucita y Loco se sintieron orgullosos de haber hecho lo correcto. Siguieron su camino hacia la casa de la abuela, riendo juntos y sintiendo que habían aprendido la importancia de la amistad y la ayuda al prójimo.
Cuando llegaron a la casa de la abuela, Caperucita tocó la puerta y su abuela salió con una gran sonrisa.
"- ¡Caperucita! ¡Qué alegría verte! Y quién es tu simpático amigo?" - preguntó la abuela, mirando a Loco.
"- ¡Es Loco, el lobo! Nos encontramos en el camino y decidimos ayudar a unos patitos perdidos!" - explicó Caperucita, llena de orgullo.
La abuela sonrió, "- ¡Qué gran trabajo hicieron!" - y los invitó a entrar a disfrutar de las galletitas que Caperucita había traído.
Esa tarde, mientras compartían risas y galletitas, Caperucita, Loco y la abuela descubrieron que la bondad y la valentía son lo que realmente importa, y que a veces las cosas no son como parecen.
Y así, Caperucita y Loco se hicieron grandes amigos, siempre viviendo nuevas aventuras en el bosque.
Desde entonces, Caperucita nunca olvidó la importancia de ser valiente y ayudar a los demás, y Loco se convirtió en el mejor amigo que ella podría tener, demostrando que incluso los más inesperados pueden ser nuestros amigos más cercanos.
FIN.