Caperucita y la Hormiga Rubí



Era un hermoso día en el bosque cuando Caperucita Roja decidió visitar a su abuela. Caminaba alegre entre los árboles, recogiendo flores y disfrutando del canto de los pájaros. De repente, mientras miraba un hermoso mariposa, perdió el equilibrio y ¡plop! Cayó en un inmenso hormiguero. Las hormigas pequeñas corrían de un lado a otro, asustadas por su presencia.

"¡Ay, me he caído!" - exclamó Caperucita, mirándose alrededor. La pequeña no sabía cómo salir de allí.

Justo en ese momento, una pequeña criatura apareció, un robotito oxidado llamado Robi.

"Hola, Caperucita, ¿necesitás ayuda?" - preguntó Robi con su voz metálica.

"¿Podés ayudarme a salir de aquí?" - dijo Caperucita, con un brillo de esperanza en sus ojos.

"Claro, trepá sobre mi espalda y yo te saco de este lío", ofreció el robotito.

Caperucita subió rápidamente y, con mucho esfuerzo, Robi comenzó a caminar hacia la salida del hormiguero. Pero de repente, un tremendo rugido retumbó en el aire. Una enorme y brillante hormiga apareció delante de ellos, con ojos centelleantes y un aliento de fuego.

"¡Alejaos de mi hormiguero!" - gritó la hormiga gigante, escupiendo pequeñas llamas al suelo.

Caperucita se asustó pero no quería dejarse vencer. Miró a Robi y le dijo:

"Tenemos que calmarla, ella sólo defiende su hogar."

"¡Eso es! Pero, ¿cómo lo hacemos?" - preguntó Robi, dudando un poco.

"Tal vez podríamos hablar con ella. Después de todo, todos tenemos nuestras razones para proteger lo que queremos."

Robi asintió, aunque seguía temeroso. Con valentía, Caperucita se puso de pie y avanzó hacia la hormiga gigante.

"¡Hola! No venimos a hacer ningún daño. Simplemente nos perdimos y necesitamos salir. "

La hormiga, sorprendida por la valentía de una pequeña niña, inclinó la cabeza un poco y dejó de lanzar fuego.

"¿Perdidos? Muchos pasan por aquí sin respeto a mi hogar, pero tú no pareces peligrosa. ¿Qué te trae por este lugar?" - preguntó la hormiga, con curiosidad.

Caperucita, con su voz suave, le explicó sobre su visita a su abuela y cómo había terminado en el hormiguero. La hormiga, que en el fondo era buena y solo quería proteger su casa, escuchaba atentamente.

"Entiendo, pequeña. Pero debes saber que las hormigas trabajamos juntas y defendemos nuestro hogar, así como tú defenderías a tu abuela."

"Lo sé. A veces, es difícil ser comprendido cuando solo intentas proteger lo que amas" - agregó Caperucita, sonriendo.

La hormiga gigante, al percibir la sinceridad de Caperucita, decidió ayudarla.

"Te ayudaré a salir de aquí, pero debes prometerme que siempre respetarás el hogar de los demás, sin importar si son pequeños o grandes."

"¡Lo prometo! Respetaré siempre lo que es de los demás, porque todos tienen un hogar que cuidar."

La hormiga utilizó su fuerza y la de sus amigas para crear un camino por donde Robi y Caperucita pudieran salir del hormiguero. Finalmente, llegaron a la superficie, llenos de gratitud.

"Gracias, enorme amiga. Aprendí que cada ser tiene su valor y su razón para ser. Nunca olvidaremos lo que hiciste." - dijo Caperucita con una sonrisa.

"Puedes volver a visitarme siempre que quieras. Recuerda, la amistad y el respeto son fundamentales para convivir en este mundo." - respondió la hormiga gigante, mientras se alejaba con su colonia.

Caperucita y Robi continuaron su camino hacia la casa de la abuela, llevándose una valiosa lección: debemos cuidar y respetar el hogar de los demás, ya que todos compartimos este hermoso planeta. No importa lo grandes o pequeñas que seamos, siempre podemos hacer una diferencia. Y así, Caperucita llegó a la casa de su abuela, emocionada por la aventura que había vivido y lista para contarle todo lo aprendido.

FIN.

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