Caperucita y los Animales del Bosque



Había una vez en un hermoso bosque de Argentina, donde los árboles eran altos y frondosos y los arroyos cantaban, vivía una pequeña niña llamada Caperucita. Un día, su madre le pidió que llevara una canasta de delicias a su abuela, que vivía al otro lado del bosque.

Caperucita se puso su capa roja y emprendió el viaje. No pasó mucho tiempo antes de que se encontrara con un guanaco que pastaba cerca. El guanaco se dio cuenta de que Caperucita parecía preocupada.

"¿Qué te pasa, Caperucita?" - preguntó el guanaco, moviendo su larga cola de un lado a otro.

"Voy a llevarle esta canasta a mi abuela, pero tengo miedo de encontrarme con el lobo" - respondió ella, con la voz un poco temblorosa.

"¡No temas!" - dijo el guanaco. "Yo te puedo acompañar hasta su casa. Soy rápido y ágil."

Así que Caperucita y el guanaco continuaron su camino. Un poco más adelante, se encontraron con un piche, que estaba hurgando en la tierra.

"Hola, amigos. ¿A dónde van tan apurados?" - preguntó el piche con curiosidad.

"Vamos a ver a mi abuela, pero estamos un poco preocupados por el lobo" - contestó Caperucita.

"¡No hay problema!" - dijo el piche. "Yo puedo hacer un túnel bajo tierra para que nos escondamos si el lobo aparece. ¡Me encanta excavar!"

"Eso sería genial" - dijo el guanaco.

Así que el piche se puso a excavar, y pronto tuvieron un túnel seguro por el cual seguir. Justo cuando estaban a punto de salir, la mara, un simpático roedor de colores, se unió a ellos.

"¿Puedo venir? Siempre he querido conocer a tu abuela. Además, tengo un gran sentido de la orientación, así que no nos perderemos" - dijo la mara, moviendo su cola con entusiasmo.

"¡Claro, ven!" - exclamó Caperucita.

Con la mara como guía, el grupo avanzó con confianza hasta llegar a un claro. Pero, de repente, se encontraron cara a cara con el lobo. Era grande y feroz, y los miraba con hambre.

"¿Adónde creen que van, pequeños?"

"Vamos a ver a la abuela de Caperucita, así que no te metas en nuestro camino" - dijo el guanaco, tratando de parecer valiente.

"¿O qué harás?" - añadió la mara, riendo nerviosamente.

El lobo se acercó, pero en ese momento apareció una zorra gris, astuta y elegante.

"¡Espera, lobo!" - exclamó la zorra. "¿No ves que estos animales son más astutos de lo que crees?"

"¿Qué sabes tú de astucia?" - rugió el lobo.

"Más que vos, eso seguro" - contestó la zorra, sin moverse de su lugar. “Ellos tienen un plan que tú ni imaginas.”

Con un guiño a sus nuevos amigos, la zorra hizo un movimiento rápido, asustando al lobo con sus ruidos.

"¡Recuerda que los animales del bosque se cuidan entre sí!" - gritó.

El lobo, confundido, decidió que no valía la pena seguirlos.

"¡Está bien, después de todo, no tengo tiempo para juegos!" - y se marchó.

Caperucita y sus amigos celebraron.

"¡Lo hicimos!" - gritó el guanaco, saltando de alegría.

"Gracias, zorra, por salvarnos" - dijo Caperucita.

"No hay de qué. Aquí en el bosque, todos debemos estar juntos y ayudarnos entre nosotros" - respondió la zorra con una sonrisa.

Finalmente, llegaron a la casa de la abuela. Todos compartieron una rica merienda, y Caperucita les prometió que siempre los llevaría con ella en sus viajes.

Y así, desde aquel día, el guanaco, el piche, la mara y la zorra gris se convirtieron en los mejores amigos de Caperucita, ayudándose mutuamente siempre que hacían sus caminos por el bosque, recordando siempre que juntos eran más fuertes.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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