Caperucita y los Tres Cerditos
Érase una vez, en un mágico bosque donde diversos cuentos vivían en armonía, tres cerditos llamados Tito, Tato y Titi. Cada uno había construido una casa: Tito hacía su hogar de paja, Tato lo construyó con ramas, y Titi eligió ladrillos. Al otro lado del bosque, había una niña conocida como Caperucita Roja, que siempre llevaba una capa roja brillante y paseaba a visitar a su abuelita.
Un día, Caperucita decidió llevarle una canasta de galletitas a su abuelita. Mientras caminaba por el sendero, vio las casas de los tres cerditos.
"¡Hola, cerditos!" - saludó Caperucita. "¿Puedo pasar?"
"¡Claro, pasa!" - dijo Tito, el cerdito de paja. "Estamos teniendo un día muy tranquilo."
Caperucita se asomó a la casa de paja y vio a los tres cerditos jugando con unas cartas.
De repente, apareció un lobo, que había escuchado que los cerditos estaban en el bosque. Era un lobo muy astuto, deseoso de comerse a los cerditos.
"¡Hola, cerditos!" - rugió el lobo. "¿Puedo pasar y jugar con ustedes?"
Los cerditos, asustados, gritaron: "¡No, lobo! ¡Vete de aquí!"
El lobo, enojado, sopló con todas sus fuerzas y destruyó la casa de paja. Tito se apresuró a la casa de ramas de Tato. Cuando llegaron allí, el lobo los siguió.
"¡No pueden esconderse de mí!" - exclamó el lobo, y sopló de nuevo. La casa de ramas voló por los aires.
Los cerditos comenzaron a correr hacia la casa de ladrillos de Titi, que estaba más lejos. Caperucita, al ver todo esto, decidió ayudarlos.
"Vamos, cerditos, corramos juntos. ¡En la casa de ladrillos estaremos a salvo!"
Llegaron a la casa de Titi justo a tiempo.
El lobo estaba muy enfadado y se acercó a la casa de ladrillos. "¡Cerditos! ¡Desde aquí no pueden escapar!" - gritó. "Soplaré hasta que caiga la casa."
"¡No podrás!" - respondió Titi. "Nuestra casa es fuerte, no como las otras."
El lobo comenzó a soplar con todas sus fuerzas. La casa tembló, pero no se cayó.
"¡Más fuerte!" - gritó el lobo, y volvió a soplar. Pero la casa se mantenía firme. Caperucita, viendo que el lobo estaba muy frustrado, decidió hablar con él.
"¡Espera un momento, lobo!" - le dijo Caperucita. "¿Por qué quieres comerte a los cerditos?"
El lobo, sorprendido, respondió. "Los cerditos siempre se burlan de mí. ¡Tengo hambre de justicia!"
Caperucita pensó por un momento y tuvo una idea. "¿Y si hacemos un trato? Si los cerditos te dan algo para comer, ¿te irías?"
El lobo se quedó pensativo. "¿Qué pueden ofrecerme?"
Caperucita sonrió y dijo: "Vamos a compartir. Ustedes cerditos, tienen un montón de galletitas. ¿Podrían darle al lobo unas cuantas?"
Los cerditos, asustados pero comprendiendo la situación, se acercaron al lobo con una bandeja de galletitas. "Aquí tienes, lobo. Estas galletitas son riquísimas."
El lobo, sorprendido pero contento, aceptó la oferta. "¡Son deliciosas!" - dijo mientras disfrutaba de las galletitas.
Desde ese día, el lobo se convirtió en amigo de Caperucita y los cerditos. Aprendió que compartir era mejor que pelear. Juntos, formaron un grupo y cuando Caperucita iba a ver a su abuelita, los cerditos la acompañaban.
Y así, en el corazón del bosque, los tres cerditos y Caperucita Roja vivieron aventuras llenas de diversión, enseñando a todos a ser amables y compartir lo que tienen.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.