Caperucito y los Zombies



En un hermoso pueblo rodeado de bosques mágicos, vivía una niña llamada Caperucito. Todos la conocían por su icónico abrigo rojo. Una mañana, su mamá le pidió que llevara una canasta de galletitas a su abuela, que vivía al otro lado del bosque. Caperucito, emocionada, se despidió de su mamá y se dispuso a cruzar el bosque.

Mientras caminaba, las flores cantaban y los pájaros danzaban al ritmo del viento. Pero algo extraño estaba ocurriendo. En un claro del bosque, Caperucito notó un grupo de figuras inusuales: ¡eran zombies! Pero no eran como los que se ven en las películas. Estos zombies parecían confundidos y perdidos, buscando algo entre los árboles.

"¿Qué les pasa?" - se atrevió a preguntar Caperucito, sintiéndose un poco nerviosa.

Los zombies se dieron vuelta, y uno de ellos, con una voz temblorosa, respondió:

"Estamos tratando de encontrar nuestro camino a casa. Nos perdimos mientras buscábamos un lugar donde hacer una fiesta de baile, pero no sabemos cómo volver y la mayoría de nosotros no puede ver bien porque estamos... un poco descompuestos."

Caperucito, en vez de asustarse, sintió pena por ellos.

"¡No se preocupen! Yo los puedo ayudar a encontrar el camino. Ustedes solo necesitan prestar atención a los árboles y las señales del bosque. Pero primero, ¿por qué no vienen a disfrutar de unas galletitas conmigo?"

Los zombies se miraron entre sí, sorprendidos por la amabilidad de Caperucito. Decididos, aceptaron la invitación. Cuando Caperucito sacó la canasta, los zombies comenzaron a bailar, disfrutando de las galletitas frescas que les ofrecía.

"¡Mmm, están riquísimas!" - dijo la zombie de un ojo.

"Gracias, me alegra que les gusten. Ahora, vamos a encontrar el camino a su casa."

Caperucito eligió un sendero y comenzó a guiar a sus nuevos amigos. A medida que se adentraban en el bosque, se encontraron con un viejo árbol que parecía tener ojos.

"¡Hola!" - dijo el árbol. "Si quieren pasar, deben responder a una adivinanza."

Los zombies se miraron, pero Caperucito sonrió enérgicamente.

"¡Estamos listos! ¿Cuál es la adivinanza?"

"Soy alto y fuerte, de hojas verdes, en primavera florezco, y en otoño, me despojo. ¿Qué soy?"

Caperucito pensó un momento y exclamó:

"¡Eres un árbol!"

El árbol se rió y dejó pasar a Caperucito y a los zombies.

Mientras seguían caminando, se encontraron con un arroyo cristalino.

"Debemos cruzar, pero el agua está fría" - murmuró uno de los zombies.

Caperucito se dio cuenta de que podrían construir un pequeño puente con ramas y piedras.

"¡Vamos a trabajar juntos!" - dijo entusiasmada.

Los zombies, aunque un poco torpes, se pusieron a recolectar ramas. Después de unos minutos, habían formado un puente bastante ingenioso. Al cruzar el arroyo, todos aplaudieron.

"¡Lo hicimos!" - gritaron, llenos de alegría.

Finalmente, después de muchas aventuras, llegaron a un claro donde vivía la mamá de los zombies, una viejita de aspecto dulce, aunque un poco diferente.

"¡Mis pequeños! Los estaba buscando por todas partes. ¿Dónde han estado?"

"Conocimos a Caperucito y ella nos ayudó a encontrar el camino de vuelta a casa. ¡Hasta hicimos una fiesta de galletitas!" - dijo uno de los zombies.

La madre zombie sonrió y agradeció a Caperucito.

"Eres una niña muy valiente y amable. Gracias por cuidar de mis hijos."

Caperucito se despidió de los zombies, sintiéndose feliz. Cuando llegó a casa, contó todo a su mamá.

"Hoy aprendí que incluso aquellos que parecen diferentes pueden estar buscando ayuda y amistad."

Esa noche, mientras se acomodaba en su cama, Caperucito sonrió pensando en sus nuevos amigos. Sabía que en la vida, siempre hay espacio para la amabilidad y la comprensión,

"Hasta la próxima aventura, zombies" - susurró mientras se quedaba dormida, soñando con nuevos caminos y aventuras por descubrir.

FIN.

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