Capítulo 1 – Un Nuevo Comienzo



Había una vez un pequeño pueblo llamado Arcoíris, rodeado de un mágico bosque donde los árboles eran altos y las flores brillaban con colores vibrantes. En este pueblo vivía un niño llamado Lucas, que estaba emocionado porque su primer día de escuela se acercaba.

"¡Hoy comienzo una nueva aventura!", decía Lucas mientras saltaba de alegría.

La noche anterior, su abuela le había contado historias de amigos que se encuentran en el bosque y de los secretos que éste guarda. Este relato dejó a Lucas con mucha curiosidad.

"¿Y si encuentro un amigo especial en el bosque?", se preguntaba.

De camino a la escuela, Lucas se detuvo a observar el bosque que parecía invitarlo a entrar.

"Solo un ratito...", pensó Lucas mientras se desviaba del camino.

Al entrar al bosque, sus ojos se iluminaron con mil colores. De pronto, escuchó un ruido.

"¿Quién está ahí?", gritó con un poco de miedo.

Del arbusto salió un pequeño conejo que tenía un sombrero raro.

"¡Hola! Soy Rayo, el conejo aventurero!", dijo el conejo con una voz chispeante.

"¡Hola, Rayo! Me llamo Lucas y estoy muy emocionado por mi primer día de escuela. ¿Quieres ser mi amigo?", preguntó Lucas con una gran sonrisa.

"¡Por supuesto! Pero, debo advertirte, el camino hacia la escuela no es fácil. Habrá muchos desafíos!", respondió Rayo.

Lucas se sintió aún más emocionado. Juntos, comenzaron a explorar el bosque. En su camino, se encontraron con un árbol gigante que parecía hablar.

"¡Hola, pequeños! Si quieren pasar, tienen que responder a mi acertijo!", dijo el árbol con una voz profunda.

Lucas y Rayo se miraron con emoción.

"¡Dale! ¿Cuál es el acertijo?", preguntó Lucas.

"Soy largo cuando estoy afuera y corto cuando estoy adentro. ¿Qué soy?", dijo el árbol.

Lucas pensó por un momento y luego exclamó:

"¡Una sombra!", respondió emocionado.

"¡Correcto! Pueden pasar. Y recuerden, la amistad es la clave para resolver cualquier desafío", les dijo el árbol, mientras se apartaba para dejar el camino libre.

Los dos amigos siguieron su camino. Cada vez que enfrentaban un nuevo desafío, recordaban las palabras del árbol. Aprendieron a trabajar juntos, a escuchar y a respetar las ideas del otro.

Finalmente, llegaron a la entrada de la escuela justo a tiempo.

"Gracias por esta aventura, Rayo. Nunca olvidaré este día", dijo Lucas.

"Ni yo, amigo! Siempre estaré aquí, listo para nuevas aventuras", contestó Rayo mientras saltaba alegremente.

Y así, Lucas se dio cuenta de que la verdadera amistad se encontraba en los momentos especiales compartidos y que siempre podía contar con su nuevo amigo Rayo, incluso en los días más desafiantes.

A partir de ese día, Lucas nunca se sintió solo en la escuela, porque sabía que una gran aventura lo esperaba cada vez que regresaba al bosque.

"¡Nos vemos pronto, Rayo!", gritó Lucas mientras se alejaba, ansioso por contarle a sus nuevos compañeros sobre su mágico día en el bosque.

Y así, el Bosque de la Amistad se convirtió en el lugar donde Lucas aprendería que la verdadera magia radica en los lazos que forjamos con los demás.

FIN.

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