Caramelo, el caballo cantante


Había una vez en un bello pueblo llamado Pehuajó, un caballo muy especial llamado Caramelo. Este no era un caballo común y corriente, ¡no señor! Caramelo tenía un sueño muy grande: quería ser cantante.

Desde pequeño, Caramelo había escuchado a los pájaros cantar en el campo y soñaba con poder hacer lo mismo. Pero cada vez que intentaba cantar, solo se escuchaban relinchos desafinados que hacían reír a los demás animales.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Caramelo se encontró con una lechuza sabia llamada Doña Alba. Ella notó la tristeza en los ojos del caballo y decidió ayudarlo a cumplir su sueño. "¿Qué te pasa, querido Caramelo?", preguntó la lechuza con voz suave.

"Doña Alba, quiero ser cantante pero no sé cómo lograrlo. Mis relinchos no son hermosos como el canto de los pájaros", respondió el caballo con tristeza.

La sabia lechuza sonrió y le dijo al caballo que lo acompañara al gran árbol de roble donde vivía el ruiseñor más talentoso de todo el bosque: Don Melodías. Al llegar al árbol, Don Melodías aceptó escuchar a Caramelo cantar. El caballo nervioso comenzó a entonar una canción con todas sus fuerzas.

A pesar de que al principio sonaba desafinado, poco a poco fue mejorando gracias a las enseñanzas del ruiseñor. "Tienes potencial, querido Caramelo. Solo necesitas practicar y creer en ti mismo", dijo Don Melodías con una sonrisa.

Animado por las palabras de Don Melodías y con la ayuda de Doña Alba como manager, Caramelo comenzó a tomar clases de canto todos los días.

Practicaba en secreto en el campo para sorprender a todos cuando llegara su gran momento. Llegó la noche del festival anual del pueblo y todos los animales se reunieron para disfrutar de las actuaciones. Cuando llegó el turno de Caramelo, todos se sorprendieron al verlo en el escenario.

Con valentía y pasión, Caramelo comenzó a cantar una hermosa canción que había compuesto él mismo. Su voz resonaba clara y melodiosa por todo el lugar, dejando boquiabiertos a los espectadores. Al finalizar su presentación, todos estallaron en aplausos y vítores para Caramelo.

Había conquistado sus miedos y demostrado que con esfuerzo y determinación, ¡todo es posible! Desde ese día en adelante, Caramelo siguió cantando no solo para sí mismo sino también para alegrar los corazones de quienes lo rodeaban.

Y así, se convirtió en uno de los artistas más queridos del pueblo de Pehuajó. Y colorín colorado este cuento ha terminado; pero recuerda siempre: ¡nunca tengas miedo de perseguir tus sueños!

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