Cariño, el cactus protector
Había una vez, en un pequeño pueblo del desierto, un cactus llamado Cariño. A diferencia de los demás cactus que vivían cerca de él, Cariño tenía un aspecto diferente.
En lugar de tener púas afiladas y duras, sus espinas eran suaves y flexibles. Cariño siempre se había sentido triste por ser diferente. Los otros cactus se burlaban de él y decían que no era lo suficientemente fuerte para sobrevivir en el árido desierto.
Pero Cariño no dejaba que esos comentarios negativos le afectaran. Un día, mientras caminaba a través del desierto, encontró una pequeña casa abandonada hecha con ropas viejas. La casa estaba llena de agujeros y parecía estar abandonada hace mucho tiempo.
Cariño sintió compasión por la casa desolada y decidió hacer algo al respecto. Se acercó a la casa y comenzó a envolverla con sus suaves espinas.
Poco a poco, las espinas de Cariño cubrieron todas las grietas y agujeros de la casa. Cuando terminó, Cariño se dio cuenta de que la casa ahora lucía hermosa y protegida gracias a sus espinas suaves pero resistentes. Justo en ese momento, llegaron dos amigos: Conejito y Tortuguita.
Ambos estaban buscando refugio del sol abrasador del desierto. "¡Qué maravilla! ¡Una casita nueva!", exclamó Conejito emocionado. "Sí", dijo Tortuguita asintiendo con entusiasmo-, "ahora podremos descansar y protegernos del sol". Cariño sonrió al ver la alegría en los rostros de sus nuevos amigos.
Se dio cuenta de que, a pesar de su aparente debilidad, había encontrado una forma de ser útil y ayudar a otros. Los días pasaron y Cariño se convirtió en el protector de todos los animales del desierto.
Los pájaros encontraban refugio en sus espinas suaves, las liebres descansaban bajo su sombra fresca y los escorpiones no podían llegar a ellos gracias a su capa protectora. La fama de Cariño se extendió por todo el desierto.
Incluso los cactus que antes se burlaban de él empezaron a admirarlo por su valentía y generosidad. Un día, durante una tormenta intensa, un rayo golpeó la casa donde vivían Conejito y Tortuguita.
La casa comenzó a arder rápidamente, dejando a ambos amigos indefensos frente al peligro del fuego. Sin pensarlo dos veces, Cariño corrió hacia ellos con sus espinas abiertas. Rápidamente envolvió a Conejito y Tortuguita con sus espinas suaves pero resistentes, protegiéndolos del fuego.
El fuego rugía furiosamente afuera mientras Cariño resistía valientemente las llamas para salvar a sus amigos. Finalmente, el fuego se extinguió y todos quedaron ilesos gracias al acto heroico de Cariño.
Desde ese día, Cariño se convirtió en un héroe reconocido en todo el desierto. Los cactus ya no se burlaban de él, sino que lo admiraban y respetaban por su valentía y bondad.
Cariño aprendió una lección muy importante: no importa cómo te veas o cuán diferente seas, siempre puedes encontrar una forma de ser útil y hacer el bien en el mundo. Y así, Cariño vivió feliz rodeado de amigos que valoraban su cariño, ropas afecto y espinas suaves pero fuertes.
FIN.