Carla y su viaje a la Luna


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Luna, una niña llamada Carla que soñaba con volar a la luna.

Desde que era muy chiquita, miraba al cielo por las noches y se maravillaba con el brillo de la luna y las estrellas. Un día, mientras jugaba en su patio trasero, Carla tuvo una brillante idea: construir un cohete de juguete para viajar hasta la luna.

Con cajas de cartón, tubos de papel higiénico y mucha imaginación, armó su propio cohete espacial. "¡Mamá, papá! ¡Miren mi cohete espacial! Voy a viajar hasta la luna", exclamó Carla emocionada. Sus padres sonrieron ante la creatividad de su hija y le dieron permiso para emprender su aventura imaginaria.

Así que Carla se adentró en su cohete y comenzó el despegue hacia lo más alto del cielo. El cohete de juguete vibraba mientras subía cada vez más alto.

Carla sentía mariposas en el estómago y una emoción indescriptible al ver cómo las nubes pasaban velozmente por la ventanilla de su nave espacial. De repente, el cohete dio un giro inesperado y comenzó a descender rápidamente.

Carla se asustó por un momento, pero recordó que en sus sueños todo era posible si creía en sí misma. "Tranquila, todo va a estar bien", se repetía Carla mientras mantenía la calma. Finalmente, el cohete aterrizó suavemente en la superficie lunar.

La niña abrió la puerta con cuidado y salió para explorar aquel mágico lugar. Se sorprendió al ver lo diferente que era todo: rocas brillantes, cráteres enormes y un paisaje desolador pero hermoso a la vez.

"¡Wow! ¡Estoy realmente en la luna!", exclamó Carla emocionada. Paseando por aquel extraño paisaje lunar, Carla descubrió algo asombroso: una colonia de conejitos lunares saltando entre las piedras brillantes. Se acercaron curiosos a ella y le mostraron cómo saltar bajo la baja gravedad lunar.

Carla rió feliz junto a los conejitos lunares mientras saltaban juntos por doquier.

De pronto, vio algo brillar entre las rocas: ¡era un cristal especial que parecía tener poderes mágicos! Decidiendo llevar consigo ese tesoro único regresó corriendo hacia su cohete listo para volver a casa; abordándolo sin titubeos iniciando así el despegue hacia Villa Luna llevando consigo aquella experiencia única e irrepetible. Una vez allí guardo celosamente aquel recuerdo sabiendo que siempre podría volver gracias a sus sueños e imaginación.

Y desde entonces cada noche mira fijamente hacia arriba sabiendo que nada es imposible si uno cree firmemente en ello. Y colorín colorado este cuento ha terminado...

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