Carlito y el equipo de sus sueños


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Pelota, un niño llamado Carlito que desde muy chiquito soñaba con ser un gran pelotero.

Desde que tenía uso de razón, no se separaba de su pelota de béisbol y su guante, practicando todos los días en el patio de su casa. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, vio a lo lejos a Don Chicho, el legendario entrenador del equipo local Los Rayos.

Carlito sintió una emoción tan grande que decidió acercarse y hablarle. - ¡Hola Don Chicho! ¡Soy Carlito y quiero ser un gran pelotero como usted! - dijo emocionado.

Don Chicho miró al pequeño con cariño y le respondió: "Si quieres ser un gran pelotero, debes esforzarte mucho y nunca rendirte. La disciplina y la pasión son clave en este deporte". Desde ese día, Carlito se comprometió a seguir al pie de la letra los consejos de Don Chicho.

Entrenaba duro todas las tardes después de la escuela, mejorando sus lanzamientos y atrapadas. Sus amigos lo apoyaban y juntos formaron un equipo para participar en el torneo juvenil del pueblo.

El día del primer partido llegó y Los Rayitos (como habían decidido llamar a su equipo) estaban nerviosos pero emocionados. El juego estaba reñido, pero gracias al esfuerzo en equipo lograron ganar. Carlito brilló tanto en el campo que atrajo la atención de varios cazatalentos que asistían al torneo.

Uno de ellos se acercó al finalizar el partido y le dijo: "¡Eres todo un talento! Me gustaría invitarte a una prueba para ingresar a las ligas menores".

Carlito no podía creerlo; su sueño estaba cada vez más cerca de hacerse realidad. Se preparó con más intensidad que nunca para la prueba, recordando siempre las palabras sabias de Don Chicho sobre la importancia del esfuerzo y la pasión por el juego.

Llegó el día de la prueba y Carlito demostró todo su potencial en el campo. Los cazatalentos quedaron impresionados por su habilidad y determinación.

Al finalizar la jornada, se acercaron a él con una sonrisa:- ¡Felicidades Carlito! Has sido seleccionado para formar parte de nuestro equipo juvenil - dijeron emocionados. Carlito no podía contener la emoción; había logrado cumplir su sueño gracias a su esfuerzo constante y dedicación al béisbol.

Se despidió orgulloso de Don Chicho, quien lo abrazó con cariño diciéndole: "Recuerda siempre que los sueños se cumplen cuando trabajas duro por ellos".

Y así fue como Carlito, el niño que desde muy chico quería ser pelotero, se convirtió en una promesa del béisbol argentino inspirando a muchos otros niños a seguir sus pasos con pasión y determinación.

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