Carlitos y el Misterio de la Oscuridad
Carlitos era un niño muy curioso, pero había algo que le generaba un gran miedo: la oscuridad de la noche. Cada vez que el sol se ponía y la luna salía, su corazón comenzaba a latir más rápido. Las sombras parecían alargarse y todas las noches se refugiaba debajo de las sábanas, imaginándose monstruos al acecho.
Una noche, mientras la luna iluminaba su habitación, su mejor amigo, Lucas, decidió hacerle una visita.
"Carlitos, ¿por qué no salís a jugar un rato?" - preguntó Lucas, asomándose por la ventana.
"No puedo, Lucas. La oscuridad me da miedo..." - respondió Carlitos, con voz temblorosa.
"Pero la noche también tiene cosas hermosas. Vení, te voy a mostrar" - insistió Lucas.
A pesar de sus dudas, Carlitos sintió una chispa de curiosidad. Se vistió rápidamente y salió de su casa, con Lucas guiándolo. Al principio, la oscuridad parecía más aterradora que nunca, pero Lucas comenzó a señalar cosas maravillosas.
"Mirá, la luna. Es como una linterna gigante en el cielo" - dijo Lucas, apuntando hacia arriba.
Carlitos, asomando la cabeza hacia afuera, comenzó a ver la luna tan brillante. "¡Es hermosa!" - exclamó.
Después, Lucas llevó a Carlitos a un lugar muy especial: el parque. Allí, había luces de luciérnagas que danzaban entre los árboles.
"¡Mirá esas luces! Son hadas que juegan en la oscuridad" - dijo Lucas con una sonrisa.
Carlitos comenzó a reír, olvidándose momentáneamente de su miedo. "¿De verdad crees que son hadas?" - preguntó con entusiasmo.
"Claro. A veces hay que imaginar cosas bonitas para que la oscuridad no asuste tanto" - respondió Lucas.
Poco a poco, Carlitos se fue sintiendo más seguro. Escucharon el canto de los grillos, y Lucas le enseñó a contar las estrellas.
"¿Ves aquella? Es la estrella más brillante. Se llama Sirio" - le explicó.
Carlitos, maravillado, comenzó a ver la oscuridad de una manera completamente nueva. De repente, desde detrás de un arbusto, aparecieron unos ojos brillantes. Carlitos dio un salto y se agarró del brazo de Lucas.
"¿Qué fue eso?" - preguntó con miedo.
"No te preocupes, Carlitos. Debe ser un gato" - dijo Lucas, tratando de tranquilizarlo.
Los dos se acercaron despacito y, efectivamente, encontraron a un pequeño gatito negro con ojos amarillos que los miraba con curiosidad.
"¡Es tan lindo!" - dijo Carlitos, mientras se agachaba para acariciarlo.
"Ves, la oscuridad puede traernos sorpresas agradables" - afirmó Lucas, contento de ver que su amigo estaba empezando a disfrutar de la noche.
Después de un rato, Carlitos se dio cuenta de que había estado dejando que su miedo lo controlara.
"Lucas, creo que puedo usar mi imaginación para hacer la oscuridad menos aterradora" - dijo, sonriendo.
"Esa es la actitud, amigo. La noche es sólo otra parte del día, y como en el día, hay cosas hermosas que descubrir" - respondió Lucas.
Esa noche, Carlitos aprendió a observar el mundo de otra forma. La oscuridad no lo asustaba tanto, sino que era un lugar lleno de misterios por descubrir. Se despidió de Lucas con una gran sonrisa y volvió a casa sintiéndose valiente y emocionado. Desde entonces, cada vez que la noche caía, Carlitos no se escondía debajo de las sábanas, sino que se preparaba para una nueva aventura, listo para explorar el maravilloso mundo nocturno con su imaginación.
Al final, Carlitos comprendió que algunos miedos pueden ser enfrentados con valentía y que la oscuridad, en lugar de ser algo aterrador, podía ser un lienzo en blanco lleno de posibilidades. Y así, con cada noche, su amor por la oscuridad creció más y más, transformándose en un amigo en lugar de un enemigo.
FIN.