¡Carlitos y la burbuja mágica!
Carlitos era un niño muy valiente y decidido. Después de mucho esfuerzo, había logrado dejar los pañales y aprender a ir al baño solito.
Su mamá estaba muy orgullosa de él y lo felicitaba todos los días por su gran logro. Un día, mientras Carlitos jugaba en el jardín, sintió unas cosquillitas en la panza que le indicaban que necesitaba hacer pis. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el baño y lo hizo correctamente en el inodoro.
¡Estaba tan contento! Sabía que estaba creciendo y haciéndose cada vez más independiente. Desde ese día, Carlitos se dio cuenta de que las cosquillitas en la panza eran una señal para ir al baño.
Estaba emocionado porque ahora podía controlar sus ganas de hacer pipí sin ayuda de nadie. Pero no solo eso, Carlitos también decidió que ya no quería usar mamadera para tomar su leche. Quería beberla directamente del vaso como los niños grandes.
Le pidió a su mamá que le enseñara cómo hacerlo y juntos practicaron hasta que Carlitos pudo beber sin derramar ni una gota. Carlitos se sentía muy feliz con todas estas nuevas habilidades adquiridas.
Pero había algo más en lo que quería demostrar su valentía: quería aprender a bañarse solo. Un día, después de jugar mucho tiempo afuera, Carlitos llegó todo sucio a casa y decidió que era momento de intentarlo.
Le pidió permiso a su mamá para entrar al baño solo y ella aceptó encantada. Carlitos entró al baño y comenzó a llenar la bañera con agua. Se quitó la ropa y se metió en el agua, disfrutando de la sensación fresca en su piel.
Con mucha concentración, tomó el jabón y comenzó a lavarse él mismo. Pero de repente, una burbuja gigante apareció frente a Carlitos. Era mágica y brillante.
La burbuja hablaba y le decía: "Carlitos, estás haciendo un gran trabajo, pero aún necesitas ayuda para enjuagarte bien". Carlitos se sorprendió por lo que estaba viendo, pero no tuvo miedo. Sabía que podía enfrentar cualquier desafío.
Le respondió a la burbuja: "¡Gracias por el consejo! ¿Podrías ayudarme?"La burbuja sonrió y dijo: "Claro que sí". Comenzaron a trabajar juntos para asegurarse de que cada parte del cuerpo de Carlitos quedara perfectamente limpia. Cuando terminaron, la burbuja desapareció y Carlitos salió de la bañera orgulloso de sí mismo.
Había demostrado una vez más cuán valiente era al intentar cosas nuevas. Desde ese día, Carlitos siguió bañándose solo con un poco más de cuidado en el enjuague final.
Aprendió que no hay nada malo en pedir ayuda cuando se necesita. Y así fue como Carlitos siguió creciendo y aprendiendo cada día nuevas habilidades. Siempre recordaría aquel momento en el que descubrió las cosquillitas en su panza como señal para ir al baño.
Y aunque había momentos difíciles o nuevos retos por enfrentar, Carlitos siempre recordaría la importancia de ser valiente y perseverar, porque sabía que podía lograr cualquier cosa que se propusiera.
FIN.