Carlota, la araña solidaria


Había una vez en un bosque encantado, una araña muy especial llamada Carlota. Lo curioso de Carlota es que tenía unas botitas rojas brillantes que se había encontrado un día explorando el bosque.

A ella le encantaban sus botas, y siempre las lucía con mucho orgullo mientras tejía su tela entre los árboles. Un día soleado, mientras saltaba de rama en rama, a Carlota se le atascó una de sus patitas en una telaraña.

Intentó soltarse por sí misma, pero cuanto más forcejeaba, más enredada quedaba. Sus amigos del bosque, las mariquitas y los grillos, comenzaron a reírse al verla tan desafortunada.

"¡Miren a la arañita torpe! ¡Se ha enredado sola con su bota!", se burlaban los insectos traviesos. Carlota se sintió triste y avergonzada. Pero no perdió la esperanza ni la valentía. Con paciencia y determinación logró liberarse de la telaraña y continuó su camino sin mirar atrás.

Días después, Carlota descubrió que podía atrapar muchas moscas con sus habilidades para tejer telas intrincadas. Pronto tuvo tanto éxito que hasta los pájaros del bosque comentaban sobre la astucia de aquella araña con botas rojas.

Una mañana, cuando Carlota regresaba a su hogar cargada de deliciosas moscas para comer, se encontró con sus amigos insectos reunidos alrededor de un pequeño charco de agua. "¡Carlota! ¡Qué sorpresa verte tan exitosa cazando moscas!", exclamaron asombrados los grillos y las mariquitas.

"Gracias amigos", respondió amablemente Carlota. "¿Les gustaría compartir estas moscas conmigo?"Los insectos dudaron al principio; nunca habían compartido comida con una araña antes. Pero al ver la generosidad y bondad de Carlota, aceptaron gustosos.

Así fue como aquel día soleado en el bosque encantado se convirtió en una fiesta inolvidable donde todos los insectos aprendieron la importancia de ser amables y solidarios unos con otros.

Desde entonces, cada vez que alguno necesitaba ayuda o comida, recordaban cómo Carlota les enseñó a compartir sin importar las diferencias o prejuicios. Y colorín colorado este cuento ha terminado, pero recuerda: siempre es mejor compartir y ser amable como lo hizo la valiente arañita Carlota.

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