Carlota y la mariposa de Margarita


Había una vez en un hermoso jardín, una pequeña oruga llamada Carlota. Carlota era muy curiosa y le encantaba explorar cada rincón de las plantas y flores que la rodeaban.

Un día, mientras paseaba por una hoja de rosa, se encontró con una mariposa multicolor llamada Margarita. - ¡Hola, Carlota! ¿Cómo estás hoy? -saludó Margarita con alegría. - ¡Hola, Margarita! Estoy muy bien. ¿Y tú? Eres tan hermosa con tus alas brillantes -respondió Carlota admirada.

Margarita sonrió y le explicó a Carlota que ella también había sido una oruga como ella tiempo atrás. Le contó sobre el increíble proceso de transformación que había vivido para convertirse en mariposa. - ¿Transformación? ¿Qué es eso? -preguntó Carlota intrigada.

Margarita le explicó que las orugas pasan por un proceso llamado metamorfosis, donde se convierten en crisálidas y luego emergen como mariposas bellas y coloridas.

Carlota quedó fascinada con la historia de Margarita y decidió emprender su propio viaje de transformación. Se dedicó a comer muchas hojas verdes para crecer fuerte y sana. Con el paso de los días, sintió cómo su cuerpo cambiaba lentamente y poco a poco fue tejiendo su capullo alrededor de sí misma.

Pasaron algunas semanas en las que Carlota permaneció dentro del capullo sin poder moverse, pero confiando en el proceso de cambio que estaba teniendo lugar en su interior.

Hasta que un día, sintió la necesidad irresistible de liberarse y rompió el capullo con todas sus fuerzas. Para su sorpresa, al salir descubrió unas preciosas alas color naranja y negro que brillaban bajo el sol del jardín. Se había convertido en una maravillosa mariposa igual a Margarita.

- ¡Carlota, qué hermosa te ves! Has logrado tu transformación con éxito -exclamó Margarita emocionada al verla volar por primera vez.

Desde ese día, Carlota se unió a las demás mariposas del jardín para revolotear entre las flores, llevar mensajes importantes de polinización y seguir aprendiendo sobre el mundo que las rodeaba.

Y así, entre vuelos coloridos y momentos mágicos, Carlota comprendió que la verdadera belleza está en aceptarse a uno mismo tal como es y estar siempre dispuesto a crecer y aprender cada día más.

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