Carlota y Su Sueño de Ser Médica



Carlota era una niña especial que vivía en un pintoresco barrio de Buenos Aires. Tenía una pequeña discapacidad que la hacía diferente, pero su luz brillaba más que las estrellas. Todos los días, ella esperaba con ansias el timbre del colegio, aunque no siempre era fácil para ella. A menudo, sus compañeros se metían con ella; la llamaban nombres feos y se reían cuando no podía hacer las cosas como ellos.

Pero Carlota, que tenía un corazón enorme, no dejaba que eso la desanimara.

"Hoy les voy a ayudar a todos a preparar el proyecto de ciencias", se decía.

Una mañana, en clase, el profesor Juan anunció un concurso de ciencias.

"El equipo que presente el mejor experimento ganará un viaje al zoológico", dijo con una sonrisa.

Los ojos de Carlota brillaron ante la idea de poder ver a los animales más de cerca. Así que le dijo a sus compañeritos de clase:

"¿Les gustaría formar un equipo? Podemos hacer algo sobre el sistema circulatorio. Es tan interesante!"

Pero sus compañeros no estaban interesados.

"No, Carlota, no queremos que nos hagas perder", respondió Julián, uno de los más populares. "Es mejor que te quedes fuera, como siempre."

Carlota sintió un nudo en la garganta, pero decidió que no se rendiría. Volvió a casa con la ilusión de trabajar por su cuenta. Esa tarde, se sentó con su madre, que siempre la apoyaba.

"Mamá, quiero hacer el mejor proyecto de todos", le dijo con determinación.

Su madre le respondió: "¿Y por qué no lo harás? Puedes hacerlo a tu manera, cariño".

Carlota se dedicó a estudiar y comenzó a preparar un experimento maravilloso. Use globos, tubos de cartón y mucha pintura. Finalmente, cuando llegó el día de la presentación, estaba nerviosa pero emocionada.

"Hoy es el día, Carlota, ¡tú puedes!", se repetía mientras caminaba hacia la clase.

Al ver a sus compañeros, respiró hondo y se dispuso a mostrar lo que había creado.

"Hola a todos, hoy les voy a hablar sobre el sistema circulatorio", comenzó.

Sin embargo, durante su presentación, Julián la interrumpió. "¡Eso no tiene sentido!".- se burló.

Carlos, un compañero que estaba en la misma mesa que Julián, pareció pensar.

"Dejála hablar, Julián. Si no te gusta, no la escuches", dijo.

Carlota sintió un pequeño empujón de confianza. Continuó con su experimento.

"La sangre fluye por el corazón como este líquido en mis tubos. Si lo ven, ¡pueden ver cómo funciona todo!"

Poco a poco, sus compañeros comenzaron a prestar atención.

Al final de su presentación, todos estaban boquiabiertos.

"No sabía que era así", murmulló uno.

El profesor Juan sonreía y aplaudía.

"¡Felicidades, Carlota! Tu proyecto es excelente. Has demostrado mucho esfuerzo", dijo emocionado.

Aparte, los días se hicieron más difíciles. Carlota seguía recibiendo burlas, pero esta vez no podía dejar que eso la detuviera.

Un día, en el recreo, vio que una niña llamada Valentina lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Carlota, recordando lo que era sentirse sola, se acercó.

"No llores, Valentina. Te ayudo a buscarla, ¿sí?"

El gesto de Carlota sorprendió a sus compañeros.

"¿Tú, Carlota?", dijo Julián, un poco incrédulo.

Pero ella sonrió y siguió buscando con Valentina. Después de un rato, al fina, encontraron la muñeca detrás de un banco.

"¡La encontraste!", gritó Valentina abrazando la muñeca.

"Gracias, Carlota", dijo con una sonrisa sincera.

Ese día, algo comenzó a cambiar. Poco a poco, sus compañeros empezaron a verla de otra manera. Un mes después, llegó el día de la premiación del concurso.

El profesor Juan hizo el anuncio.

"Los ganadores de este año son... Carlota y su equipo".

La sala estalló en aplausos. n

Carlota no podía creerlo.

"¡No puedo creer que lo logramos!", exclamó con alegría.

Con el tiempo, el respeto por Carlota creció. Sus compañeros ya no la miraban con desdén, sino con admiración.

Años después, cuando finalizó la secundaria, Carlota logró entrar a la facultad de medicina. Durante sus años de estudio, continuó ayudando a otros, y muchas veces fue un ejemplo para sus compañeros.

Cuando finalmente se recibió de médica, una multitud de amigos y familiares aplaudió su éxito.

"¡Lo logré!", gritó entre lágrimas de alegría.

Porque al fin y al cabo, no solo se volvió médica, sino que también ganó algo más valioso: el respeto y el amor de aquellos que antes no mostraron consideración, porque Carlota demostró que, a pesar de las adversidades, ¡el corazón grande siempre triunfa!

Y así, Carlota se fue convirtiendo en un símbolo de perseverancia y bondad, inspirando a todos a seguir sus sueños, sin importar lo que digan los demás.

FIN.

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