Carmen y el poder del amor propio



Había una vez en un pequeño pueblo de Ecuador, una niña llamada Carmen. Carmen era una niña alegre y curiosa, con rizos negros como la noche y ojos brillantes como el sol.

Pero a pesar de su alegría, Carmen sufría en silencio por algo que no podía cambiar: su color de piel. Desde muy pequeña, Carmen había sido víctima de bullying por parte de algunos compañeros de escuela.

Le decían cosas crueles como "negrita fea" o "pareces sucia". Estas palabras hirientes iban calando profundo en el corazón de Carmen, haciéndola sentirse triste y avergonzada.

Un día, mientras caminaba sola por el bosque cerca de su casa, Carmen se encontró con una mariposa multicolor que revoloteaba alegremente entre las flores. La mariposa se posó delicadamente en la mano de Carmen y le susurró al oído: "No permitas que las palabras hirientes de los demás apaguen tu luz interior. Eres única y especial tal como eres".

Carmen sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar las sabias palabras de la mariposa. Decidió entonces que ya era suficiente de sentirse mal consigo misma por el color de su piel.

Quería demostrarle al mundo entero lo hermosa que era, tanto por dentro como por fuera. Al día siguiente, cuando llegó a la escuela, todos quedaron sorprendidos al ver a Carmen radiante y segura de sí misma.

Ya no permitía que las burlas la afectaran, porque sabía que lo importante no era cómo lucías por fuera, sino quién eras en tu interior. "¡Hola Carmen! ¿Qué te pasó? ¡Te ves tan feliz!" -exclamó su amiga Sofía sorprendida.

"Descubrí que mi verdadera belleza está en ser yo misma, sin importar lo que digan los demás", respondió Carmen con una sonrisa resplandeciente. Con el tiempo, las burlas cesaron porque todos en la escuela comenzaron a admirar la valentía y autoconfianza de Carmen.

Se dieron cuenta de que no importaba el color de piel de alguien para ser amigos o amigas. Desde ese día, Carmen se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.

En lugar de esconderse detrás del miedo y la vergüenza, decidió brillar con luz propia y mostrar al mundo entero lo increíblemente especial que era. Y así fue como Carmen aprendió a amarse a sí misma tal como era, inspirando a otros a hacer lo mismo.

Porque la verdadera belleza radica en aceptarnos y querernos tal como somos: únicos e irrepetibles.

FIN.

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