Carmen y las Figuras Geométricas
Carmen era una niña muy curiosa que vivía en un pintoresco barrio de Buenos Aires. Le encantaba jugar en el parque, observar a los pájaros y, sobre todo, descubrir cosas nuevas. Un día, mientras paseaba, encontró un extraño libro en una banca; tenía una cubierta brillante con muchas figuras geométricas en colores vivos.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Carmen, maravillada.
Sin pensarlo dos veces, abrió el libro. Para su sorpresa, las figuras geométricas comenzaron a saltar de las páginas y rodearon a Carmen.
"¡Hola! Soy Cuadrado, y estos son mis amigos: Triángulo, Círculo y Rectángulo" - dijo el Cuadrado, sonriendo.
"¿Qué hacen ustedes aquí?" - preguntó Carmen con los ojos desorbitados.
"¡Venimos a enseñarte sobre nosotros!" - exclamó Triángulo.
Carmen estaba emocionada.
"¡Genial! ¡Estoy lista para aprender!"
Los amigos geométricos comenzaron a mostrarle las maravillas de las formas.
"Yo soy Cuadrado, tengo cuatro lados iguales. Siempre soy muy estable" - explicó Cuadrado.
"Yo soy Triángulo, tengo tres lados. Me encanta ser ágil y veloz" - continuó Triángulo.
"Y yo soy Círculo, no tengo esquinas. ¡Soy perfecto para rodar!" - se unió Círculo.
"Y como yo, Rectángulo, tengo lados opuestos que son iguales. ¡Hacemos un gran equipo!" - concluyó Rectángulo.
Carmen se dio cuenta de cuán diferentes y especiales eran cada uno de ellos. Mientras jugaban, comenzaron a formar figuras más grandes: un castillo de Cuadrados, un fuerte de Triángulos y una pista de carreras de Círculos.
"¡Mirá lo que hemos creado!" - gritó Cuadrado mientras levantaba una pared.
"¡Vamos a hacer una competencia!" - sugirió Triángulo emocionado.
"¡Sí, a ver quién puede rodar más rápido!" - rió Círculo mientras se preparaba para la carrera.
Carmen se unió a ellos, y juntos comenzaron a jugar y a reír. Pero de repente, el cielo se nubló y comenzó a llover.
"¡Ay no!" - exclamó Rectángulo con miedo.
"¿Qué vamos a hacer?" - preguntó Círculo preocupado.
Carmen pensó rápidamente.
"¡Podemos construir un refugio!" - sugirió.
"¿Un refugio?" - preguntó Triángulo.
"Sí, con nuestras formas. ¡Cuadrados y Rectángulos para las paredes y Triángulos para el techo!" - respondió Carmen.
Todos se pusieron a trabajar. Cuadrados formaron las paredes, Triángulos se alinearon en la parte superior, creando un techo a prueba de agua, y Círculo se encargó de hacer una puerta que girara.
Con un gran esfuerzo, terminaron de construir un refugio justo cuando la lluvia comenzó a caer con fuerza. Estaban en la seguridad de su nuevo hogar.
"¡Lo hicimos!" - gritó Carmen ilusionada.
"¡Es impresionante!" - añadió Círculo, emocionado.
La lluvia siguió cayendo, pero ellos estaban seguros y secos dentro de su refugio.
"Esto es increíble, pero... ¿y ahora?" - preguntó Cuadrado.
"¡Vamos a contar historias mientras esperamos!" - propuso Carmen.
Y así, entre risas y relatos, las figuras geométricas y Carmen se hicieron grandes amigos. Cuando la lluvia finalmente paró, el sol volvió a brillar y un bello arcoíris apareció en el cielo.
"¡Miren!" - exclamó Rectángulo.
"Es un arcoíris, el símbolo de que todo está bien" - dijo Círculo.
"Sí, y es un recordatorio de nuestra amistad" - añadió Triángulo.
Carmen sonrió al ver el hermoso arcoíris. Sabía que había aprendido algo muy importante: con la ayuda y el trabajo en equipo, cualquier desafío se podía superar.
"Gracias, amigos, por enseñarme sobre las formas y sobre la importancia de la amistad" - dijo Carmen, abrazando a sus nuevos amigos.
"¡Nosotros también estamos agradecidos!" - exclamaron ellos todos juntos.
Y así, Carmen regresó a su casa con un gran corazón y una lección muy valiosa. Desde ese día, nunca miró las figuras geométricas de la misma manera. Cada círculo, cuadrado y triángulo que veía le recordaba a sus amigos y a la gran aventura que habían compartido.
Siempre que los amigos geométricos la visitaban en su imaginación, Carmen sabía que podían hacer frente a cualquier tormenta juntos. Y cada vez que llovía, ella sonreía pensando en su refugio mágico y el arcoíris que simbolizaba su amistad.
Fin.
FIN.