Carmen y su dragón volador


Carmen era una niña curiosa y soñadora. A menudo, se perdía en sus fantasías, imaginando que tenía un amigo muy especial: un dragón volador.

Su nombre era Fuego, y juntos volaban por los cielos, explorando lugares increíbles y viviendo aventuras emocionantes. Un día, mientras Carmen jugaba en el jardín, Fuego apareció frente a ella. La niña no podía creerlo. -¡Fuego, eres real! -exclamó emocionada. -Por supuesto, Carmen.

Siempre he estado aquí, esperando el momento adecuado para llevarte a mi mundo fantástico -respondió el dragón con su profunda voz. Sin dudarlo, Carmen subió a lomos de Fuego y juntos emprendieron un viaje que cambiaría sus vidas para siempre.

Volando a través de nubes esponjosas y arcoíris resplandecientes, llegaron a un mundo mágico lleno de criaturas asombrosas y paisajes deslumbrantes. Carmen y Fuego jugaron con hadas, ayudaron a duendes a reparar sus casitas y se deslizaron por toboganes de cascadas cristalinas.

Sin embargo, pronto descubrieron que el reino estaba amenazado por la oscuridad que emanaba del Monte Escarlata. Decididos a salvar aquel maravilloso lugar, emprendieron un peligroso viaje hasta la cima del volcán. Allí, enfrentaron al temible Brujo de las Sombras, quien había sumido al reino en una eterna penumbra.

Con coraje y astucia, Carmen y Fuego lograron vencer al maligno brujo, liberando al reino y devolviéndole su esplendor. Agradecidos, los habitantes del mundo fantástico celebraron la valentía de la niña y su fiel compañero.

Después de despedirse con cariño, Carmen y Fuego emprendieron el regreso a casa. Desde entonces, la niña recordaría su increíble aventura con una sonrisa en el rostro. Y aunque no volvió a visitar el mundo fantástico, siempre supo que la magia estaba en su interior.

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