Carmencita, la gallina radiante


Había una vez en un pueblo muy alegre y colorido, una gallina llamada Carmencita. Carmencita era conocida por ser la más amistosa de todas las gallinas del corral.

Siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos y a compartir con ellos. Un día, mientras Carmencita daba su paseo matutino, recibió una carta muy especial. Era una invitación a la fiesta anual de la granja de don Pascual, el granjero.

La fiesta prometía ser llena de juegos, música y comida deliciosa. Carmencita estaba emocionada y no podía esperar para ir. Sin embargo, antes de salir hacia la fiesta, Carmencita decidió arreglarse un poco para lucir hermosa en la celebración.

Se puso su vestido favorito, uno que había tejido con mucho esfuerzo y dedicación durante semanas. El vestido era blanco como la nieve y tenía pequeños detalles florales en tonos rosados.

Carmencita caminaba con orgullo hacia la fiesta cuando de repente escuchó un ruido extraño detrás suyo. Al darse vuelta, vio al cerdito Trufas revolcándose en el barro cerca del camino. Sin quererlo, Trufas salpicó barro por todas partes, incluyendo el hermoso vestido blanco de Carmencita.

- ¡Oh no! ¡Mi vestido! - exclamó Carmencita con tristeza al ver cómo su preciado vestido quedaba completamente sucio. Carmencita sintió ganas de llorar pero recordó que lo importante no era cómo se veía por fuera sino quién era en su interior.

Respiró profundo y decidió seguir adelante hacia la fiesta. Al llegar a la granja de don Pascual, todos los animales se sorprendieron al ver a Carmencita llegar con su vestido manchado de barro. Algunos murmuraban y señalaban su aspecto descuidado.

Pero Carmencita decidió mantenerse firme y sonriente. Recordó que lo importante era divertirse y pasar tiempo con sus amigos, no importaba cómo luciera su vestido.

Durante la fiesta, los animales comenzaron a disfrutar juntos: bailaron al ritmo de la música campesina, participaron en divertidos juegos tradicionales e incluso compartieron historias alrededor de una fogata. Poco a poco, las manchas de barro en el vestido de Carmencita dejaron de importarle tanto.

Se dio cuenta de que lo verdaderamente valioso era estar rodeada de amigos que la aceptaban tal como era. Al finalizar la fiesta, don Pascual reunió a todos los animales para anunciar algo especial: había organizado un concurso donde el premio sería otorgado al animal más solidario y amable del corral.

Para sorpresa de todos, don Pascual nombró a Carmencita como ganadora del concurso. Explicó que aunque su vestido estuviera sucio por fuera, ella demostraba pureza y bondad en su interior.

Carmencita recibió aplausos y felicitaciones por parte de todos los presentes. Se sintió feliz consigo misma por haber aprendido una lección importante: lo verdaderamente valioso es ser amable, solidario y genuino con los demás.

Desde ese día en adelante, cada vez que miraba su vestido manchado recordaba aquella maravillosa fiesta donde descubrió el verdadero significado de la belleza interior.

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