Carolina y el Baile del Río
Había una vez una niña en la ciudad de Tuxtla que se llamaba Carolina. Era una niña muy simpática, siempre sonriendo y compartiendo su alegría con quienes la rodeaban. Carolina era conocida en su barrio no solo por su risa contagiosa, sino también por su pasión por el baile. En cada rincón donde se encontraba, ¡su corazón latía al ritmo de la música!
Un día soleado, mientras jugaba en la plaza con sus amigos, Carolina tuvo una brillante idea.
"¡Chicos! ¿Qué les parece si hacemos un concurso de baile en el parque para celebrar la llegada de la primavera?" - dijo Carolina emocionada.
"¡Súper! Pero necesitamos un jurado y premios para los ganadores" - respondió Mateo, su mejor amigo.
Así, decidieron organizar el evento y corrieron a contarle a todos los chicos del barrio. La noticia se esparció rápidamente, y pronto todo el mundo estaba entusiasmado. El día del concurso, el parque estaba lleno de colores, risas y un ambiente festivo. Los niños tenían tarjetas hechas a mano para el jurado, que consistiría en los carteros del barrio.
Cuando arrancó el concurso, todos los concursantes mostraron sus mejores pasos. Había desde bailes folclóricos hasta danzas modernas. Carolina, con su vestido de colores vibrantes, se movía con gracia y alegría.
Pero de repente, mientras ella danzaba, un grupo de amigos se dio cuenta de que el río cercano, donde solían jugar, estaba comenzando a desbordarse.
"¡Carolina! ¡Mirá! El río está subiendo demasiado!" - gritó Ana, otra de sus amigas.
Con gran preocupación, Carolina interrumpió su baile y se dirigió hacia el río. Junto a sus amigos, vieron que algunas cosas que había en las orillas comenzaban a arrastrarse.
"¡Tenemos que hacer algo!" - dijo Juan, agitado.
Carolina recordó que el año anterior, en una charla en la escuela, su maestra les había enseñado sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Pensó que tal vez podían hacer algo similar.
"¡Ya sé! Vamos a hacer una campaña de limpieza, pero también podemos bailar para atraer la atención de más gente al problema del río" - propuso Carolina con entusiasmo.
Sus amigos miraron con ojos brillantes,
"¡Sí! ¡Eso sería genial!" - exclamó Mateo.
Así, organizaron una limpieza en el río y un pequeño show de baile en el parque para invitar a más chicos a unirse a la causa. Se llenaron de carteles que decían "Un río limpio es un río feliz", y con sus disfraces de baile fueron al costado del río.
Cuando comenzaron a bailar, los adultos del barrio se acercaron, atraídos por la música y los pasos de Carolina y sus amigos. Con cada movimiento, más gente se unía a ellos, mientras Carolina explicaba la importancia de proteger el río.
"¡Cada uno de ustedes puede ayudar! ¡Juntos podemos hacer la diferencia!" - decía Carolina entre piruetas y saltos.
La respuesta fue increíble. Pronto, todos estaban recogiendo basura, mientras otros se sumaban para ver el espectáculo. Al final del día, el concurso de baile se transformó en un gran evento de limpieza y diversión.
Al concluir, todos los niños estaban exhaustos pero felices. No solo habían dejado el río limpio, sino que también habían tenido una experiencia divertidísima, llenando de música el lugar.
Los carteros, conmovidos por lo que habían visto, decidieron que el verdadero premio era el trabajo en equipo y la conciencia sobre el ambiente. Entonces, todos los participantes recibieron una medalla hecha de papel reciclado, que simbolizaba su compromiso con el cuidado de la naturaleza.
"¡El baile no solo nos une, también nos ayuda a cuidar nuestro hogar!" - exclamó Carolina, sonriendo con orgullo.
Desde ese día, el grupo de amigos no solo siguió bailando, sino que también se comprometió a organizar otras actividades para cuidar su ciudad, siempre recordando que, con alegría y música, también podían hacer del mundo un lugar mejor. Y así, Carolina no solo es conocida como una gran bailarina, sino también como una heroína del medio ambiente en su querido barrio de Tuxtla.
FIN.