Carolina y la Luz en la Oscuridad



Carolina era una niña muy alegre y curiosa. Le encantaba jugar con sus muñecas, dibujar en su cuaderno de colores y leer cuentos antes de dormir.

Sin embargo, había algo que la preocupaba todas las noches: el miedo a la oscuridad. - Mamá, ¿puedes dejarme la luz del pasillo encendida esta noche? -le pedía Carolina a su madre mientras se preparaba para ir a la cama.

- Claro, Caro, pero recuerda que no hay nada que temer en la oscuridad. Estoy aquí contigo y siempre estaré para protegerte -respondió Graciela con cariño. A pesar de las palabras reconfortantes de su madre, Carolina seguía sintiendo un nudo en el estómago cada vez que apagaban la luz.

Intentaron con una lámpara tenue al lado de su cama, música relajante e incluso contar historias divertidas antes de dormir, pero el miedo persistía en el corazón de la niña.

Una noche, mientras Graciela arropaba a Carolina y le daba un beso de buenas noches, notó la mirada preocupada de su hija y decidió probar algo diferente. - Caro, ¿qué tal si hacemos un trato? -propuso Graciela con una sonrisa misteriosa. - ¿Un trato? ¿De qué se trata? -preguntó Carolina intrigada.

- Te propongo que durante toda esta semana intentes vencer tu miedo a la oscuridad por ti misma. Cada noche antes de dormir pensarás en cosas bonitas y felices que te hagan sentir valiente.

Y si logras hacerlo toda la semana, tendremos una sorpresa especial el domingo -explicó Graciela emocionada. Carolina aceptó el desafío con determinación. Aquella noche cerró los ojos e imaginó un cielo lleno de estrellas brillantes que iluminaban todo a su alrededor.

Se repitió a sí misma que era valiente y fuerte como una superheroína. Las siguientes noches fueron todo un reto para Carolina. A veces sentía escalofríos al escuchar ruidos extraños o sombras inquietantes en las paredes.

Pero recordaba el trato con su mamá y se esforzaba por mantenerse serena y positiva. Al llegar el tan esperado domingo, Graciela entró sonriente en la habitación de Carolina llevando consigo una linterna y dos boletos para ir juntas al parque de diversiones.

- ¡Felicidades, mi valiente princesa! Has demostrado lo fuerte que eres al enfrentar tus miedos -exclamó Graciela orgullosa.

Carolina abrazó emocionada a su mamá sintiéndose feliz y realizada por haber superado su temor a la oscuridad gracias a su propia fortaleza interior. Esa noche durmió tranquila sabiendo que nunca más volvería a tenerle miedo a las sombras nocturnas.

Desde entonces, cada vez que veía aparecer las primeras estrellas en el cielo nocturno, recordaba aquella semana llena de desafíos superados y sonreía sabiendo que dentro de ella existía una luz aún más poderosa capaz de iluminar cualquier oscuridad.

FIN.

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