Carolina y los pajaritos perdidos
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Honestidad, una niña llamada Carolina. Carolina era conocida por ser muy honesta y siempre decir la verdad, sin importar la situación.
Le encantaba hacer amigos y pasar tiempo con ellos, compartiendo risas y aventuras. Un día, Carolina conoció a un nuevo niño en la escuela llamado Martín. Martín parecía triste y solitario, así que Carolina decidió acercarse a él para hacerle compañía.
"Hola Martín, ¿cómo estás?", preguntó Carolina con una sonrisa amable. Martín miró sorprendido a Carolina y respondió: "No muy bien. Me siento solo aquí en esta escuela nueva".
Carolina se sentó junto a él y le dijo: "¡No te preocupes! Yo también soy nueva aquí, pero he descubierto que lo mejor es ser honesto y hacer amigos de verdad. ¿Quieres ser mi amigo?"Martín sonrió por primera vez desde que llegó al pueblo y asintió emocionado.
A partir de ese momento, Carolina y Martín se convirtieron en inseparables. Juntos exploraban el pueblo, jugaban en el parque y compartían sus sueños e inquietudes. Un día, mientras paseaban por el bosque cercano al pueblo, encontraron un nido de pájaros caído de un árbol.
Los pajaritos estaban asustados y no podían regresar al nido por sí mismos. Carolina miró a Martín y le dijo: "Martín, creo que debemos ayudar a estos pajaritos a volver a su hogar".
"Pero ¿cómo podemos hacerlo?", preguntó Martín preocupado. Carolina pensó por un momento y luego tuvo una idea brillante. Buscaron ramas secas para construir una escalera improvisada hasta el nido. Con mucho cuidado lograron devolver a los pajaritos con su mamá pájaro.
Los pajaritos piaron felices al reunirse con su familia, mientras Carolina y Martín observaban orgullosos su buena acción. "¡Gracias por ser tan honesta siempre! ¡Eres la mejor amiga que podría desear!", exclamó Martín abrazando cariñosamente a Carolina.
Y así, gracias a la honestidad de Carolina y su deseo sincero de hacer amigos verdaderos, ella había encontrado en Martín un compañero fiel para compartir alegrías y tristezas.
Desde entonces, en Villa Honestidad todos admiraban la valentía y sinceridad de Carolina; inspirándose en ella para construir relaciones basadas en la confianza mutua e incondicional amistad.
FIN.