Carrera de la Amistad


En un hermoso parque de la ciudad, había un grupo de niños jugando y divirtiéndose bajo el cálido sol de la tarde.

Entre ellos se encontraban Martín, un niño en silla de ruedas; Sofía, una niña con gafas gruesas; Juan, un pequeño con audífonos; y Valentina, una niña con síndrome de Down. Todos eran amigos y disfrutaban pasar tiempo juntos.

Un día, mientras jugaban a la rayuela, Martín tuvo una idea emocionante: "¡Chicos! ¿Qué les parece si organizamos una carrera inclusiva? Cada uno puede elegir cómo participar para que todos tengamos las mismas oportunidades", propuso entusiasmado. "¡Sí! ¡Qué buena idea!", exclamaron los demás niños emocionados.

Juan sugirió: "Podemos hacer equipos y correr en diferentes etapas: una parte caminando, otra saltando a la pata coja y otra en carrera normal". "¡Genial! ¡Vamos a dividirnos en equipos entonces!", dijo Sofía mientras todos se ponían en posición para comenzar la carrera.

El primer equipo estaba formado por Martín y Valentina. Decidieron que Martín empujaría su silla de ruedas con fuerza mientras Valentina lo alentaba desde atrás. El segundo equipo lo conformaron Juan y Sofía.

Juan decidió quitarse los audífonos para no escuchar nada durante la carrera e igualar así las condiciones con sus amigos. Con mucha emoción, dieron inicio a la carrera inclusiva. Martín y Valentina tomaban ventaja al principio, pero Juan y Sofía pronto los alcanzaron gracias a su trabajo en equipo y solidaridad.

La competencia estaba reñida y cada equipo daba lo mejor de sí para llegar primero a la meta. Finalmente, cruzaron juntos la línea final entre risas y aplausos.

Se abrazaron felices por haber compartido ese momento especial donde demostraron que la verdadera amistad va más allá de las diferencias físicas o capacidades individuales. "¡Fue increíble! ¡Nos divertimos mucho juntos!" expresó Valentina con alegría. "Sí, demostramos que cuando nos apoyamos mutuamente podemos lograr grandes cosas", agregó Martín sonriendo.

Después de esa experiencia tan positiva, los niños decidieron seguir creando actividades inclusivas en el parque para fomentar la amistad, el respeto por las diferencias y la solidaridad entre todos.

Así demostraron que jugar juntos sin importar las limitaciones es posible cuando hay amor y aceptación en el corazón. Y así continuaron siendo ejemplo de inclusión para todos los demás niños del barrio.

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