Cartas de Lluvia y Silencio



Había una vez en un pequeño pueblo donde siempre llovía, dos amigos inseparables: Lía, una niña aventurera con una imaginación desbordante, y Sol, un tímido niño que prefería el silencio y las palabras escritas. Juntos, pasaban las tardes creando historias bajo la música del agua que caía del cielo.

Un día, mientras jugaban en su rincón favorito del bosque, Lía encontró un antiguo baúl cubierto de musgo. "¡Mirá, Sol! ¿Qué será esto?" - gritó emocionada. Sol, algo más cauteloso, se acercó y dijo: "No lo sé, pero podría estar lleno de tesoros. Vamos a abrirlo."

Con esfuerzo, lograron abrir el baúl y dentro encontraron cartas amarillentas y un libro titulado 'Poemas de la Lluvia y el Silencio'. "¡Cartas! ¡Poemas! Esto es increíble " - exclamó Lía, mientras Sol hojeaba el libro con curiosidad.

"Las cartas están dirigidas a los niños del pueblo, pero están incompletas. Parece que alguien quiere compartir sus sueños con ellos." - observó Sol. Lía sonrió y dijo: "¡Vamos a terminar las cartas! Cada niño puede contar sus propios sueños y escribir sus propias historias."

Así que, con lápiz y papel en mano, Lía y Sol comenzaron a escribir. Mientras las palabras fluían, Lía propuso una idea brillante: "¡Hagamos una lluvia de poemas! Invitemos a todos a escribir sobre lo que la lluvia les hace sentir y lo que quisieran contarle al silencio. "

Entusiasmados, ambos amigos corrieron hacia la plaza del pueblo. "¡Niños! ¡Vamos a hacer una lluvia de poemas!" - gritó Lía. Los demás niños, intrigados por la idea, se acercaron rápidamente.

Cuando todos se reunieron, Lía explicó: "Cada uno va a escribir un poema y los vamos a compartir al final. Así todos podrán escuchar las voces de cada uno."

Sol, aunque nervioso, decidió participar. "Me gustaría hablar sobre el silencio. La lluvia me hace sentir que el silencio es especial, que en él hay secretos escondidos." - dijo, casi en un susurro. Lía sonrió y lo animó: "¡Eso suena genial! Todos tenemos algo hermoso que decir."

Los niños se dispersaron para escribir sus poemas. Cada uno entregó su carta al misterioso baúl para que Lía y Sol la leyeran en voz alta durante el encuentro. Esa noche, la atmósfera del pueblo hizo eco de risas y palabras alegres, mezcladas con el suave murmullo de la lluvia.

"Vamos a leerlos todos juntos, así el silencio también escucha. ” - sugirió Lía. Al unísono, encontraron un lugar donde el agua les acompañaba.

Lía comenzó a leer el primer poema de una nena que hablaba de cómo la lluvia la hacía sentir viva y alegre. Luego, fue el turno de Sol, quien compartió sus pensamientos sobre la belleza del silencio.

"El silencio te hace escuchar las cosas que te rodean, incluso el suave caer de la lluvia... " - decía su poema. Los demás niños escuchaban atentos, y poco a poco, la magia de las palabras llenó el aire.

Sin embargo, en un momento inesperado, una nube oscura apareció en el cielo, y una tormenta se desató. Los niños corrieron hacia el árbol más grande para refugiarse, llenos de miedo. "¿Y ahora qué hacemos?" - gritó uno de ellos, asustado.

Lía miró a Sol y sonrió. "Hagamos una nueva carta. Esta tormenta nos recuerda que las experiencias inesperadas son también parte de las historias. " - dijo, mientras escribían apresuradamente. Sol se unió, con la esperanza brillando en sus ojos.

Después de la tormenta, el aire se llenó de frescura. "¡Es increíble cómo la lluvia puede traernos nuevas historias!" - dijo Lía, mientras regresaban a la plaza. Sunshine comenzó a salir, creando un puente de colores en el cielo.

"Vamos a celebrar nuestro primer encuentro de palabras, aún con el aguacero de hoy. " - propuso Lía. Con risas y alegría, los niños bailaron bajo la lluvia, mientras sus cartas y poemas, llenos de palabras mágicas, volaban a su alrededor.

Y así, cada vez que llovía, el pueblo recordaba la importancia de las historias compartidas y el poder de los sueños, transformando el silencio en algo lleno de magia y color.

FIN.

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