Cartas del Corazón
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, una adolescente llamada Valentina. Valentina era una chica soñadora, llena de planes y anhelos, especialmente sobre el amor. Había empezado a sentir mariposas en el estómago por tres chicos diferentes: Mateo, el chico del equipo de fútbol; Nico, el artista que pintaba murales coloridos; y Lucas, el lector empedernido que siempre tenía un libro en la mano.
Un día, Valentina decidió que en lugar de aferrarse a esos sentimientos confusos, escribiría cartas. Así, se sentó en su escritorio, armó su lapicera y comenzó a escribir.
"Querido Mateo," empezó Valentina. "Me encanta cómo te esfuerzas en cada partido, siempre apoyando a tu equipo. Hay algo en tu sonrisa que ilumina mis días..."
"Querido Nico," continuó en su segunda carta. "Tus murales hacen que el mundo sea un lugar mejor. Admiro tu forma de ver la vida y cómo plasmas tus sueños en colores..."
"Querido Lucas," terminó con su tercera carta. "La forma en la que hablas de tus libros me encanta. Me transportas a otros mundos y eso me hace soñar..."
Valentina dejó las cartas en su escritorio y, durante los siguientes días, no podía dejar de pensar en quién de los tres era realmente el correcto para ella.
Un día, en la plaza del pueblo, se organizó un festival, con música, juegos y comida. Valentina, emocionada, decidió asistir con la esperanza de cruzarse con los tres chicos.
Al llegar, encontró a Mateo jugando en un partido de fútbol. Se acercó a aplaudir, pero nota que algo había cambiado en él. Notó que le sonreía a otra chica. Su corazón dio un brinco, pero ella siguió adelante.
"¡Valentina!" la llamó Nico, que estaba pintando un mural junto a unos amigos. "¿Te gustaría darme una mano?"
"Claro, me encantaría!" respondió Valentina, sintiéndose bien al ayudar a su amigo. Mientras pintaban, empezaron a charlar y a reír juntos. Valentina sintió que podía pasarse horas ahí, disfrutando de la compañía de Nico.
Sin embargo, al volver a caminar por el festival, encontró a Lucas recostado en una hamaquita, sumergido en un libro. Valentina se acercó con curiosidad.
"¿De qué se trata?" preguntó Valentina, con una sonrisa.
"Es una historia sobre un viaje increíble," contestó Lucas. "Me gusta perderme entre las páginas y dejar volar mi imaginación. ¿Te gustaría leerlo conmigo?"
Valentina se sintió en un dilema. En cada encuentro, había algo especial, una chispa que la atraía de manera diferente. Pero, ¿quién sería el indicado para ella?
Así pasaron los días, y Valentina entendió que no podía mantener sus sentimientos en secreto. Un día, decidió que era mejor hablar con cada uno de ellos, para aclarar su corazón.
"Chicos," dijo Valentina cuando se sentó con ellos. "He estado pensando mucho últimamente. Me gustan ustedes tres, pero necesito elegir con quién quiero estar. No quiero que esto afecte nuestra amistad."
Mateo sonrió, "Valentina, yo también he sentido que podemos ser amigos por encima de algo más."
Nico asintió, "Entiendo tu dilema, es parte de crecer. No queremos presionarte."
"Sí, y pase lo que pase, estaré aquí para ti, lo que decidas," agregó Lucas con una sonrisa comprensiva.
Valentina sintió un gran alivio. Había conseguido expresar lo que sentía sin conflictos. Pero su corazón seguía indeciso. Durante unos días más, siguió reflexionando.
Finalmente, decidió escribir tres cartas, una para cada uno, explicando lo que había sentido con cada uno y cómo apreciaba su amistad. La última línea de cada carta decía: "Hoy elijo seguir descubriendo el amor con… mi primer amor."
El día en que entregó las cartas fue un día lleno de nervios. Mateo, Nico y Lucas leyeron sus cartas y se sorprendieron al darse cuenta de que Valentina había elegido la amistad, pero también la magia del primer amor.
"Valentina, gracias por ser tan honesta," dijo Mateo, sintiéndose aliviado. "Eso es lo que hace a nuestra amistad tan especial."
"¡Sí! Lo más importante es que seamos felices, seamos amigos y seguimos creciendo juntos," añadió Nico.
"Exacto. Al final del día, siempre estará el mismo cielo para todos," concluyó Lucas.
Con el paso del tiempo, Valentina aprendió que el verdadero amor no siempre es el que pensamos al principio. A veces, el mejor amor es la amistad que forma la base del vínculo más profundo. Y así, Valentina se quedó con sus amigos, con la certeza de que el futuro traería más aventuras y, quién sabe, quizás nuevos amores.
Y así concluye la historia de Valentina, quien entendió que abrir su corazón no solo le trajo cercanía, sino también una hermosa amistad. La vida está llena de elecciones, y cada una nos enseña algo valioso en el camino.
FIN.