Cartas del Gatito
Había una vez un gato llamado Misu, que era un felino muy curioso y juguetón. Misu vivía en dos casas. De día, se quedaba en la casa de una niña llamada Luna, y al caer la tarde, se deslizaba sigilosamente a la casa de un joven llamado Tomás. Luna era una niña alegre, siempre llena de ganas de jugar, mientras que Tomás era un poco más tímido, pero igualmente soñador.
Un día, mientras acariciaba a Misu en su jardín, Luna tuvo una idea brillante. "¿Y si le escribo una nota a Tomás?"- dijo emocionada. No tenía idea de cómo se iba a llevar esa nota, pero al ver a Misu pasar, tuvo su respuesta.
Tomando una hoja de papel y un lápiz, escribió: "Hola, soy Luna. Espero que a Misu le guste jugar contigo. ¿Qué haces hoy?"- La niña cuidadosamente ató la nota al collar de Misu y lo soltó. El gatito salió corriendo hacia la casa de Tomás.
Cuando Misu llegó a la otra casa, Tomás lo recibió con una sonrisa. "¡Hola, Misu! ¿Qué traes hoy?"- dijo el joven, mientras desataba la nota. Leyó con curiosidad: "Hola, soy Luna..."- y una chispa de curiosidad iluminó su rostro. Inmediatamente tomó un papelito y escribió su propia respuesta: "¡Hola, Luna! ¡Me gusta jugar con Misu! ¿Quieres venir a jugar este fin de semana?"- Ató la nota al collar de Misu con cuidado y lo dejó ir nuevamente.
El fin de semana llegó, y Luna estaba emocionadísima. Corrió a su casa y esperó pacientemente a que Misu apareciera. Esta vez, cuando el gatito llegaba, Tomás estaba a su lado. "Hola, soy Tomás, ¡estás invitada a jugar a mi casa!"- dijo el joven con una gran sonrisa.
Luna no podía contener su alegría. "¡Me encantaría!"- respondía, "Misu es un buen mensajero, ¿no?"- En los días siguientes, Luna y Tomás se conocieron cada vez más. Se intercambiaban notas con cada visita del adorable gato, compartiendo sus sueños, sus miedos y, poco a poco, se dieron cuenta de que se habían enamorado.
Una tarde, mientras Misu dormía plácidamente entre ellos, Tomás, un poco nervioso, dijo: "Luna, ¿te gustaría ser mi amiga para siempre?"- Ella, iluminada por esa pregunta, respondió con una sonrisa resplandeciente: "¡Sí! ¡Eso querría!"-
Los días pasaron, y juntos idearon un plan. Con el tiempo, decidieron organizar un espectáculo de talentos entre los dos barrios y contar la historia de su amistad a través de una obra de teatro. Compraron materiales, pintaron carteles y ensayaron en el jardín de Luna. Todas las casas participaron, y Misu, el gatito que los unió, se convirtió en el protagonista de su historia.
El día de la función, los vecindarios se llenaron de alegría. Todos aplaudieron y gritaban: "¡Bravo!"- La obra fue un éxito, y las notas de papel que habían comenzado como una simple forma de comunicarse, se transformaron en un gran mural donde todos los niños del barrio escribieron sus sueños y esperanzas.
Al final de la función, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, Tomás tomó la mano de Luna y le susurró al oído: "Gracias por ser mi amiga. No puedo esperar a vivir más aventuras juntos"- Luna sonrió, "Yo tampoco, Tomás. Misu nos unió y siempre será parte de nuestra historia."-
Y así, Luna, Tomás y Misu continuaron creando nuevas historias, y cada vez que el gato iba de casa en casa, llevaba consigo más que solo cartas, llevaba la promesa de una amistad que se convertiría en algo especial.
Desde ese día, todos en el vecindario aprendieron que la verdadera amistad no conoce fronteras, ni distancias, y que a veces, un simple gato puede unir los corazones más distantes.
FIN.