Cartas Digitales
Amanda se había mudado a una nueva ciudad y extrañaba mucho las charlas con su querida abuela Clotilde. A pesar de que intentaban comunicarse por WhatsApp, la abuela aún no terminaba de entender muy bien cómo funcionaba esa aplicación.
Amanda pensó en una solución: enseñarle a su abuela a utilizar el correo electrónico de Gmail, ya que sabía que era algo con lo que ella estaba más familiarizada.
Un día, Amanda se sentó junto a su abuela frente al ordenador y comenzó a explicarle paso a paso cómo enviar correos electrónicos.
La abuela Clotilde estaba un poco nerviosa al principio, pero con la paciencia de Amanda logró comprender cómo redactar un mensaje, adjuntar archivos e incluso decorar sus correos con divertidos emojis. - Abuela, ahora podrás escribirme siempre que quieras, ¡incluso cuando esté en la escuela! - dijo emocionada Amanda. - ¡Qué maravilla, querida! Gracias por enseñarme algo nuevo.
Prometo practicar mucho para no olvidarlo - respondió la abuela Clotilde con una sonrisa. Desde ese día, la abuela Clotilde enviaba correos electrónicos todos los días a su nieta contándole historias del pasado, consejos sabios y recetas deliciosas para hacer juntas cuando se vieran nuevamente.
Amanda esperaba ansiosa cada mensaje de su abuela y le contestaba detallando todas las aventuras que vivía en su nueva ciudad. Sin embargo, un día todo cambió.
La computadora de la abuela Clotilde dejó de funcionar repentinamente y no pudo enviar más mensajes a Amanda. La niña se preocupó al ver que pasaban los días sin recibir noticias de su querida abuela.
Decidida a resolver el problema, Amanda buscó ayuda en internet y aprendió cómo reparar la computadora de su abuela. Con mucha determinación y siguiendo cada paso cuidadosamente logró arreglarla. - ¡Abuelita! ¡Ya está lista tu computadora! Podrás volver a escribirme tus lindos correos - exclamó emocionada Amanda.
La abuela Clotilde no podía creerlo y llenó los ojos de lágrimas al ver el cariño y esfuerzo de su nieta por mantener viva esa hermosa comunicación entre ellas. Desde entonces, las charlas por correo electrónico entre Amanda y su abuela Clotilde se volvieron aún más especiales.
Ambas valoraban cada palabra escrita como un tesoro preciado que fortalecía el vínculo tan especial que tenían.
Y así, gracias al poder del aprendizaje mutuo y el amor entre generaciones, Amanda y su abuelita demostraron que nada podía interponerse en el camino hacia una conexión verdadera y duradera.
FIN.