Casilda y el Nuevo Hermanito



Era una mañana soleada cuando Casilda llegó a casa del jardín con una gran noticia. Su mamá había tenido un hermoso bebé, un nuevo hermanito que se llamaba Tomás. A pesar de todas sus emociones, Casilda no podía dejar de pensar en lo complicado que sería tener que compartir la atención de sus papás.

"¡Mamá, ya llegué!" - gritó Casilda mientras corría hacia la cocina.

"¡Hola, amor! Vení a conocer a tu hermanito" - respondió su mamá, sonriendo con una mezcla de orgullo y cansancio.

Casilda se acercó lentamente a la cuna. Ahí estaba Tomás, con sus ojos cerrados y una expresión de tranquilidad que transmitía dulzura.

"Él va a necesitar mucho cuidado, ¿sabías?" - dijo su mamá, acariciando la cabecita del bebé.

"Sí, pero... ¿y yo?" - preguntó Casilda, sintiéndose un poco relegada.

"¡Claro que sí! Tu amor y tu ayuda son muy importantes para nosotros. Tu tarea va a ser ayudarme a cuidar a Tomás. ¿Te animás?" - sugirió la mamá con una sonrisa.

Así comenzó la aventura de Casilda como hermana mayor. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Casilda empezó a sentirse un poco celosa.

Cuando mamá estaba atenta a Tomás, ella se sentía sola. Y así, comenzó a desobedecer más a menudo, rompiendo algunas reglas que antes seguía con gusto. Por ejemplo, sabía que no debía saltar en el sofá, pero un día, no pudo resistir la tentación.

"¡Casilda! No saltes en el sofá!" - gritó mamá.

"Pero quiero jugar y no tengo a nadie con quien hacerlo!" - respondió Casilda frustrada.

Sus desobediencias fueron aumentando, y su madre se dio cuenta. Un día, después de otra pelea, mamá decidió que era hora de una charla importante.

"Casilda, sé que esto es difícil para vos, pero necesitamos encontrar una forma de que te sientas parte de la familia. ¿Te gustaría ayudarme con Tomás de una manera más divertida?" - propuso su mamá.

"¿Cómo?" - preguntó Casilda, intrigada.

"Podrías ser mi asistente especial. Podemos entretener a Tomás mientras le cambiamos los pañales o cuando le damos de comer. ¡Serás una experta en cuidar bebés!"

Casilda sonrió. La idea de ser la asistente especial sonaba genial.

"¡Sí! ¡Me encanta!" - exclamó la niña.

Así fue como Casilda empezó a involucrarse más en el cuidado de su hermanito. Aprendió a cambiar pañales (aunque al principio le daba un poco de asco) y encontró formas creativas de jugar con él.

"Mirá, Tomás, este es mi dibujo, y aquí está tu nombre. Cuando crezcas, vas a ser un gran artista como yo" - le decía mientras le mostraba sus dibujos con entusiasmo.

Pero, de repente, ocurrió algo inesperado. Un día, cuando Casilda estaba mostrando sus dibujos a Tomás, él se tiró la lechita en la cara.

"¡Ay, Tomás!" - gritó Casilda con sorpresa, pero luego empezó a reírse.

"¡Mirá lo que hiciste! Tal vez deberíamos ponerlo en una exposición de arte con 'la obra de Tomás'" - bromeó.

Desde ese día, cada vez que Tomás hacía una travesura, Casilda decidía reírse y no molestarse.

"Mirá, Tomás. Cuidarte puede ser divertido. ¡Vamos a hacer que estos momentos sean los mejores!" - le decía mientras lo abrazaba.

Con el tiempo, Casilda dejó de desobedecer tanto. Entendió que su hermanito no venía a quitarle el amor de sus papás, sino a sumar un nuevo capítulo en su vida.

"Ahora somos un equipo, Tomás. Siempre voy a cuidarte y a enseñarte cosas geniales" - le dijo un día mientras le enseñaba a hacer garabatos en su cuaderno.

"Taca-taca-taca" - hacía el bebé, tratando de imitar el sonido de los lápices.

Finalmente, Casilda descubrió que ser hermana mayor era un viaje lleno de sorpresas y diversión. Aprendió no solo a cuidar de su hermanito, sino también a ser más paciente y comprensiva.

"¡Mamá, mirá! Tomás y yo estamos haciendo arte juntos!" - exclamó un día.

"¡Es hermoso, Casilda! Estoy muy orgullosa de vos" - dijo su mamá, abrazándola.

Y así, Casilda y Tomás crecieron juntos, aprendiendo uno del otro y compartiendo su amor de hermanos siempre.

Era un nuevo comienzo, una nueva aventura, y Casilda descubrió que podía ser la hermana mayor más valiosa del mundo.

FIN.

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