Cata y su Extraño Amor
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colibrí, una niña llamada Cata. A Cata le encantaba jugar en el jardín, recoger flores y observar a las mariposas bailar en el aire. Pero había algo peculiar en Cata: a ella le gustaba la caca. No importaba si era la de los perros, la de las vacas o la de las aves. Le parecía fascinante y muchas veces le decía a su mamá que quería jugar con ella.
Un día, mientras estaba en el parque con sus amigos, Cata exclamó: - ¡Miren, encontré caca de perro! ¡Es tan interesante!
Sus amigos, sorprendidos, se alejaron un poco. - ¡No, Cata! Eso es asqueroso. - dijo Lucho, su mejor amigo. - No puedes jugar con caca. ¡Es sucia!
Cata se sintió un poco triste. - Pero no entiendo por qué es tan mala. ¡Es solo eso, algo que viene de los animales! - respondió.
Caminando hacia su casa, Cata se encontró con la señora Lucía, una sabia anciana del pueblo. La señora Lucía siempre sabía cómo explicarle las cosas a Cata. - ¿Qué te preocupa, querida? - le preguntó con una sonrisa.
Cata se detuvo y le contó a la señora Lucía sobre su fascinación por la caca. La anciana la escuchó atentamente y luego dijo: - Cata, a veces las cosas que parecen sucias pueden ser muy importantes. La caca de los animales, por ejemplo, es un gran abono. Ayuda a que las plantas crezcan fuertes y sanas.
Cata se sintió intrigada. - ¿En serio? ¿Entonces es útil? - preguntó, iluminándose un poco.
- ¡Exactamente! - respondió la señora Lucía. - De hecho, en algunos lugares, la gente usa la caca de vaca para fertilizar los campos. Te invito a que vayamos juntas al jardín de mi casa, donde tengo muchas plantas.
Cata aceptó emocionada y siguió a la señora Lucía hasta su hermoso jardín. Allí, Cata pudo ver cómo la tierra era rica y oscura. - ¿Esto es gracias a la caca de los animales? - preguntó sorprendida.
- Sí, querida. Pero hay más. La caca también nos indica sobre la salud de los animales. Si está bien formada, ¡significa que el animal está sano! - explicó la señora Lucía.
Cata empezó a ver la caca de una manera diferente. - Entonces, podemos aprender mucho de ella. - dijo con una gran sonrisa.
La señora Lucía continuó: - Así que la próxima vez que encuentres caca, piensa que es algo que puede ayudar a la naturaleza. Pero recuerden: siempre hay que lavarse las manos después de tocar algo así y no jugar con ello, por favor. Hay formas más adecuadas de disfrutar de la naturaleza.
A partir de ese día, Cata decidió que, aunque le gustaba la caca, iba a admirar su papel en el ecosistema sin jugar con ella. Compartió lo que había aprendido con sus amigos y se convirtió en una pequeña exploradora de la naturaleza. Les mostró cómo las flores y los árboles crecían gracias a cosas que antes consideraba desagradables.
- ¡La caca es como un superhéroe de la tierra! - exclamó Cata un día en la escuela. - ¡Nos ayuda a tener un planeta más verde! Todos se sonrieron y comenzaron a reír.
Más adelante, su maestra decidió hacer un proyecto sobre la importancia de los desechos orgánicos. Cata fue la primera en presentar su parte, y lo hizo con tanta pasión, que hasta sus compañeros más escépticos comenzaron a ver lo grande que era la caca en la naturaleza.
Y así, Cata aprendió a amar la naturaleza en toda su complejidad, desde las mariposas hasta los abonos. Y aunque la caca seguía siendo algo raro para muchos, ella lo veía como una parte fundamental de la vida.
Y así fue como Cata se convirtió en una defensora del medio ambiente y todos la admiraron por su valentía de ser única en su forma de pensar. El pueblo de Colibrí se transformó, y gracias a Cata, todos entendieron que incluso las cosas que parecen poco agradables tienen su razón de ser.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.