Catalina y el Bosque Mágico
Había una vez en un bosque muy lejano una niña llamada Catalina que, a pesar de vivir rodeada de árboles altos y animales curiosos, se sentía muy sola. Su soledad la acompañaba cada día y, por eso, se pasaba horas llorando sentada en una piedra grande cerca de su casa.
Un día, mientras Catalina lloraba, un pequeño zorro de pelaje dorado se acercó lentamente.
"¿Por qué lloras, niña?" - preguntó el zorro con una voz suave.
Catalina lo miró sorprendida, limpiándose las lágrimas.
"Porque no tengo amigos y siempre estoy sola" - respondió con un suspiro.
El zorro la miró con compasión.
"No debes estar triste, Catalina. En este bosque hay muchos amigos, solo hay que saber buscarlos " - dijo animadamente.
Catalina se secó las lágrimas y lo miró con curiosidad.
"¿En serio? ¿Cómo puedo hacer amigos?"
"Ven, te mostraré" - respondió el zorro, dando saltitos.
Catalina siguió al zorro a través del bosque, lleno de hojas que crujían bajo sus pies. Después de caminar un rato, llegaron a un claro donde un grupo de conejos estaba jugando.
"Hola, amigos de Catalina. Ella se siente sola y quiere jugar con ustedes" - dijo el zorro.
Los conejos, que eran muy simpáticos y curiosos, se acercaron.
"¡Hola, Catalina! ¿Te gustaría jugar a las escondidas?" - preguntó uno de los conejos.
Catalina sonrió por primera vez en mucho tiempo.
"¡Sí!" - exclamó emocionada.
Los conejos y Catalina jugaron durante horas, riendo y corriendo por el claro. Fue un día lleno de alegría, pero al caer la tarde, el zorro le susurró a Catalina:
"Recuerda, siempre hay más amigos por conocer. No te quedes solo en un lugar".
Catalina, agradecida, prometió explorar más el bosque. Desde ese día, cada mañana ayudaba a los conejos a preparar sus juegos y a recoger flores.
Una semana después, mientras exploraba un rincón del bosque, escuchó un sonido extraño. Sigilosamente se acercó y descubrió a un pequeño pájaro atrapado entre unas ramas espinosas.
"¡Pobrecito!" - dijo Catalina llena de compasión.
Con mucho cuidado, Catalina separó las ramas y liberó al pájaro.
"Gracias, gracias, gracias" - cantó el pájaro emocionado.
"¿Quieres ser mi amiga?" - preguntó Catalina.
"¡Por supuesto! Me encantaría volar contigo cada día" - respondió el pájaro, llenando de melodía el aire.
A partir de ese día, Catalina no solo tenía a sus amigos conejos, sino también a su nuevo amigo alado. Juntos jugaron, cantaron y exploraron cada rincón del bosque. Catalina se dio cuenta de que la amistad podía encontrarse en los lugares más inesperados.
Un día, Catalina decidió organizar una gran fiesta para todos sus nuevos amigos. Preparó un hermoso picnic con frutas, flores y limonada. Al caer la tarde, todos los animales del bosque llegaron: los conejos, el pájaro, incluso el zorro.
"Estoy muy feliz de tenerlos a todos aquí" - dijo Catalina, emocionada.
"Nosotros también estamos felices de tenerte como amiga" - respondieron los animales al unísono.
Catalina sintió una calidez en su corazón que nunca había experimentado.
"Gracias por ayudarme a encontrar amigos. Ahora sé que nunca más volveré a sentirme sola" - dijo, mirando a todos.
Y así fue como Catalina aprendió que la amistad se construye con cariño y generosidad. Desde aquel día, su risa llenó el bosque, y juntosvivieron aventuras inolvidables, llenas de amor y alegría. Y cada vez que la tristeza asomaba, recordaba que siempre había amigos dispuestos a ayudarla.
Colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.